septiembre 26, 2010

Memorias de una Luna Llena II

II

Las cortinas abiertas dejaban entrar la luz de las estrellas en la oscura habitación.
Alex sentía la adrenalina correr por sus venas, su corazón latir a mil por hora, su cuerpo sudado, la calidez de la cama, las sabanas mojadas; miro a la chica que dormía a su lado y esbozo una sonrisa. Se levantó cuidadosamente para no despertarla y abrió la ventana mientras se secaba el sudor de la frente con el dorso del brazo. El viento frio penetro en el cuarto alborotándole el cabello, mientras él, desconcentrado, solo pensaba en ella.
Contempló las estrellas, recordando el inicio de esa aventura, esas horas tan locas, tan apasionadas, tan perfectas… tan divertidas. Se dirigió al  baño, se mojó la cara y se vio al espejo. Por primera vez en mucho tiempo su sonrisa era verdadera, en realidad se sentía pleno y feliz.  Bebió agua, y luego regreso a la cama junto a ella. Su largo cabello negro estaba esparcido con gracia y naturalidad sobre la almohada y el edredón. Eso era lo que más le gustaba de ella,  ese encanto natural, una pasión innata; que fuese diferente. 
Recordó una escena similar hacia unos meses atrás; a si mismo besando a una completa desconocida, subiéndola a su auto, entrando en el departamento, quitándole la ropa… y en su  mente los recuerdos de otra; esa chica que había dejado ir, esa que aún amaba y que había perdido... en otra menos en la que tenía en frente, a la que le hacia el amor… No, corrección, con la que estaba teniendo sexo. Y mientras la desconocida lo cubría de besos embriagados en whisky, Alex sentía como si fuese Vanessa quien lo estuviese besando, y soñaba vívidamente con la única vez que estuvieron juntos, para no verse nunca más, recordando cada instante, cada momento, sintiéndola como suya aún.
Vanessa, su primer gran amor, su primera mujer. Se conocieron cuando ella tenía veinticinco años y trabajaba en el instituto dando clases de Literatura, en ese entonces, él contaba con diecisiete años, inmaduro, e infantil, pero a la vez tierno e inocente, se enamoró de ella desde el primer día; un quince de octubre. Alex sentía como aun su corazón se aceleraba de recordar el sonido de sus tacones altos el piso de madera, el vestido negro que, aunque muy recatado,  delineaba su figura y dejaba entrever sus pantorrillas. Su cabello negro estaba recogido en una cola de caballo, resaltando sus ojos profundos y oscuros como dos túneles perfectos de desconocido destino; los labios color de rosa, el lunar en su mentón… para Alex ella era un ángel que había llegado para llevarlo directamente al paraíso. Vanessa dejo sobre la mesa los libros que llevaba y se presentó a la clase.
-Buenas tardes, mi nombre es Vanessa Straker, y sere su nueva maestra de literatura.
Mientras ella decía esas palabras Alex deliraba con acercarse a ella, hipnotizado por la mujer que estaba frente a él. La clase avanzó sin que él saliera de su trance, se encontraba aturdido por ella, y la quería sólo para él. Esa misma tarde ideo un plan para conversar con ella, y así tener el espacio para conquistarla. Su mente dio mil vueltas a ese cometido durante varias horas, hasta que recordó algo que le venía como anillo al dedo. Al día siguiente, antes de entrar a clases, la busco y le hablo.
Para ella, él era su alumno, aunque le llamo la atención la manera en que la miraba, como si la venerase.
-Señorita Vanessa, buenos días.
-Buenos días emm...
-Alex, ni nombre es Alex.
-Bueno, dígame, en que puedo ayudarle.
-Verá, lo que ocurre es que, aquí,  tenemos un club de teatro, pero no tenemos director, así que como usted es la maestra de literatura, pensamos que quizá… querría colaborar.
Vanessa sonrió con complacencia. El joven Alex era muy apuesto, no podía negarlo: buen porte, piel trigueña, espalda ancha, cabello corto y oscuro, finas facciones, labios delgados y ojos profundos. Todo un adonis, una tentación difícil de resistir.
-Sí, por supuesto, me encantaría.
-Perfecto maestra, muchas gracias, nos reunimos los días miércoles en el auditorio, después de clases. Allí nos vemos.
 Y era cierto. El anterior profesor, el señor Bins, no quiso participar del grupo de teatro, por lo que no se pudo hacer mucho más que redactar textos  y reparar escenografía dañada. El día anterior había hablado con el resto del club y todos coincidieron con él de que la  idea era buenísima. Alex no durmió aquella noche imaginado la tarde que pasaría con Vanessa al día siguiente, pensando en ella, en sus ojos, su cabello, en la perfección de su cuerpo…
Desde que la conoció Alex luchaba cada día por conquistarla, por conocerla aún más, por ser su amigo, y ella no se resistía a los continuos halagos de su alumno, que además de encantadores eran muy provocativos. Para ella Alex no era solo un estudiante, era un amigo, una mente despierta, hábil, un joven por el cual sentía mucha atracción y afecto, aunque sabía que no era adecuado, no podía dejar de sentirlo. Una tarde después de los ensayos, dos meses después de conocerse, se sentaron en una de las butacas para  arreglar  un guion
-No quiero faltarle al respeto, pero hay algo que quiero decirle desde hace mucho tiempo.
-No veo eso como una falta de respeto.
-Porque sabe cuáles son mis sentimientos hacia usted, los conoce desde hace mucho, y estoy seguro de que los comparte- dijo tomando su mano.
-Sí, los conozco, pero soy tu profesora, mayor que tú y eso no está bien.- dijo Vanessa, y al ver  como el rostro de Alex se volvía triste, continuo- sé que no es correcto, pero te correspondo
-¿Entonces puedo pedirte algo? Solo un beso, dame un beso Vanessa, por favor.
Ella lo miro a los ojos y se dio cuenta de que había mucha sinceridad en lo que decía. Ella lo tomo por el cuello de la camisa y viéndolo fijamente lo beso, con calma, ternura y mucha sensualidad. Fue un beso largo y placentero. Mientras ella acariciaba su cuello y rostro, él seguía acariciando sus manos con timidez.
-¿Estas casada, cierto?-pregunto Alex tocando la sortija en su mano.
-Sí, pero hace años que no van bien las cosas, me case demasiado joven y creo que no con el hombre correcto.- Contesto ella.- Pero quiero que entiendas que esto no debe saberlo nadie más que nosotros, no por mi bien, si no por el tuyo.
Alex le dedico una sonrisa.
Esa tarde él salió primero del instituto y espero a Vanessa a tres calles. Ella lo recogió en su auto y se fueron juntos a su departamento; su marido estaba de viaje y no llegaría hasta dentro de dos semanas. Aprovecharon esos momentos para verse sin que nadie les molestara, y fue su secreto durante varios meses. Cada tarde ella le daba las llaves de su auto, y allí Alex la esperaba para ir a algún lugar; un bar, una cafetería, el cine, el teatro o un parque escondido donde nadie los conociese. Cuando Alex cumplió su mayoría de edad, quiso celebrar con Vanessa de una manera muy especial; quería estar con ella, hacer el amor. Y tenía mucha razón cuando pesaba que sería algo que nunca olvidaría. Se encontraron en un cuarto de hotel, en una zona alejada de la ciudad, para no levantar sospechas, y pasaron juntos 7 horas maravillosas, empapadas de pasión y amor. Se quedaron dormidos cuando el sol ya estaba por caer, despertando cuando la luna estaba alta. Vanessa lo miraba dormir y le acariciaba el cabello con ternura para que se despertara, y enseñándole a los pies de la cama una bandeja con dos tazas de café y un pequeño pastel de cumpleaños. Pero esa felicidad no duraría para siempre.
Una tarde, Alex esperaba a Vanessa como de costumbre, en el estacionamiento del instituto y al divisarla, bajó el vidrio y le hizo una señal con la mano.  Cuando ella subió al auto lo beso en los labios con ternura, pero no sabía que alguien más estaba viendo esa escena. Su marido, espiaba receloso apoyado en el portón de salida. Mientras ellos se besaban, él se acercó con cautela y les golpeó el vidrio. Ella se asustó al verle y ambos se quedaron en estado de shock. Comenzó a cundir el pánico.
           -¡Vanessa! ¿Podrías explicarme que está pasando?-  le dijo él con tono exaltado. William Jones no era precisamente un hombre pacifico. Ella bajo inmediatamente del auto y trato de tranquilizarlo.
– Will, cálmate por favor, tú sabias que las cosas no iban bien, y pasó… simplemente me enamore, comprende.
– Eso no me molesta Vanessa, el punto es que me engañaste, y con uno de tus alumnos ¿Dónde está tu ética profesional?
Ella solo bajo la mirada, se acercó a Alex, que había bajado del auto también, y tomo su mano. Él la abrazo con fuerza. Estaban asustados, pero siempre supieron que llegaría el momento en que alguien se enterara de todo.
– No te preocupes, afrontaremos lo que sea, sabes que te quiero. No dejes que te quiten una sonrisa. Susurró él en su oído.
– Ven Vanessa, vámonos a casa ya, y deja de comportarte como una niña pequeña- dijo William tomándola por un brazo, pero ella se resistió.
– Contigo no iré a ninguna parte Will, lo que sea que debamos arreglar será aquí y ahora. Y no vuelvas a decirme lo que debo o no hacer porque, como tú dijiste, ya soy bastante grande como para saberlo.
– Como tú quieras nena, así será, por las malas- contesto Will, pero esta vez fue más lejos, tomándola con más fuerza por ambos brazos y quiso forzarla a caminar, entonces, llego el director de instituto.
El lio fue bastante más grande de lo que ambos imaginaron. Cuando los padres de Alex se enteraron de su romance con Vanessa, no quisieron que ella siguiera enseñando en el instituto, y menos que el estudiase allí. A Vanessa  por supuesto le entregaron su carta de despido inmediatamente.
A ella eso no le importó demasiado, solo debía buscar otro trabajo. Alex cambió de instituto, aunque solo le quedaban unos cuantos meses para acabarlo, pero se ganó un sinfín de problemas en su hogar, el más grave de todos, fue la imposición de su padre en su futuro universitario, y eso fue lo que más molestó a Vanessa.
            Su amor era fuerte, no se dejarían vencer tan fácilmente, así que decidieron seguir viéndose, a escondidas.
Una noche, huyeron de la ciudad. Emprendieron un viaje a una reserva natural, un bosque muy grande donde podrían pasar un lindo día. Vanessa conducía pacientemente, mientras Alex le acariciaba el rostro con dulzura. Cuando llegaron a lo que ellos consideraron prudente, aparcaron y bajaron a observar las estrellas. Esa noche querían ser solo ellos dos, conocerse más de los que ya se conocían dejar libre a su espíritu, abandonar el miedo a amar, a ser feliz... querían estar libres, sin un tercero que se diera autoridad para juzgarlos o condenarlos por amarse... Hicieron  que ese tiempo se detuviera con el solo hecho de quererlo. Así abrazados se durmieron profundamente y a la mañana siguiente, ella lo despertó con un beso en la frente.
– Alex... buenos días amor. – Susurro en su oído.
– Buenos días pequeña… – dijo él sonriendo.
La beso en los labios con ternura y pasión a la vez. Se recostaron en el césped,  sin dejar de hablarse en silencio... de escucharse los pensamientos, de darse cuenta de lo que quería el otro con solo verlo a los ojos, y luego volvieron a la ciudad, sin pensar siquiera que ya no volverían  a verse, al menos por largo tiempo.
Días después, a Vanessa le enviaron una propuesta de trabajo en otra ciudad, con un muy buen salario, y acepto de inmediato la oferta.  Cuando fue a despedirse de Alex, y a decirle que no se preocupara porque seguiría visitándolo, su madre fue  quien abrió la puerta.
            – Buenas tardes señora Foreman, ¿Podría ver a Alex un momento por favor? Sere muy breve, lo prometo –  Dijo ella con tono humilde.
            – Señorita Straker, lamento decirle que él no se encuentra, salió hace bastante rato con una jovencita y aún no ha vuelto – Mintió con descaro la madre de Alex – Pero si gusta puede dejarle un recado.
            – Dígale por favor que debo irme de la ciudad y que le llamaré por la noche. Gracias – Contestó ella algo aturdida por lo que la señora Foreman le acababa de decir.
            – Sí, claro, yo le daré su recado cuando llegue, aunque dudo que llegue esta noche.
            ­ – Adiós, gracias por su tiempo señora Foreman - Se subió a su coche, y se marchó, sin dejar de pensar ni un minuto en las palabras de aquella mujer.
“¿Será cierto?” se preguntaba cada minuto. Quizás sería mejor no importunarlo por un tiempo.
Y así lo hizo.
Para Alex todo fue muy difícil, jamás entendió porque Vanessa se fue  así de repente y sin despedirse, su madre, por supuesto, no le dijo nada de lo que ocurrió.
La incertidumbre y la duda se alojaron en su interior. La llamo innumerables veces, pero ella no le respondió. Dejó mensajes en su contestador, e-mails, cartas a su dirección, pero siempre le eran devueltas... luego de un tiempo dejó de insistir... aunque eso no evito que la siguiera recordando tanto o más que antes; sus labios delicados, su piel fina y suave, la decisión con que lo sedujo, el calor de su cuerpo al aire libre, bajo la luz de la luna, como habían hecho el amor... mas él sabía que no podía continuar así.
Intento sacarla de su mente saliendo con otras chicas, pero nada le daba resultados positivos. Trató y trató, pero nada de lo que hacia la mantenía alejada de su mente y de su corazón.
Pasaron seis años antes de que ellos volvieran a verse, seis años en los que no dejaron de amarse, ni de pensar el uno en el otro cada día. Entre tanto, Alex fue a la universidad; Licenciado en historia del arte. En su segundo año, arrendo un piso en el centro y trabajo de bar-man, atendiendo cajas en supermercados, paseando perros, en fin, hizo muchas cosas.  Al egresar, comenzó a trabajar en un museo, luego, dio clases en institutos y universidades de la zona; busco un departamento, e hizo su vida casi normalmente, pero nunca dejo de pensar en ella.
Un tres de diciembre, Alex salió de la universidad y se subió a su coche para ir a casa. Tomo la autopista central para llegar más de prisa y, en la primera luz roja del semáforo, encontró aquello que tanto quería. La ventanilla abierta su Aston Martin V12 pudo ver en el carril contiguo un DB9 Volante  de un negro radiante, y la persona que lo conducía no era otra que Vanessa.
Su corazón dio un salto inesperado.
– “Soy una marioneta del destino… ¿En realidad es ella? Sí, claro que es ella, podría reconocerla en cualquier parte, y esta vez no voy a dejarla ir. Pero ¿Qué hago? ¿Qué le digo?...”
Preguntas que no sabía cómo responder abrumaban la mente de Alex. Fijo su vista en ella, que no lo había visto aún, y un detalle llamo su atención y le dio la fuerza que necesita, su mano izquierda descansaba con naturalidad sobre el volante y, lo mas importante, ya no llevaba su anillo de casada.
Luz verde.
Alex piso a fondo el acelerador y adelanto a Vanessa. Se giró un poco y se atravesó en la carretera.
Vanessa salió de su auto inmediatamente, indignada porque alguna persona idiota se había atravesado en el camino y sin sospechar que podía ser Alex.
Al verlo, casi cae al suelo de la impresión, si saber que decir que hacer, como actuar, si subirse a su auto nuevamente o quedarse a platicar.
– Hola… - Dijo Alex
– Hola Alex, ¿Cómo estás? – Contestó ella con nerviosismo. ¿Por qué el destino ponía a Alex de nuevo en el camino? No lo sabía… y como saberlo. Solo se dio cuenta de que a pesar de todo el tiempo que había pasado, aún sentía amor por él y que lo mejor era hablar las cosas.
– Yo… bastante bien, ¿y tú? – Preguntó él sin dejar de verla a los ojos. Una lágrima cayó por esas mejillas pálidas.
Entonces ya no aguantó más, corrió de inmediato a ella y la abrazó con fuerza. Vanessa le respondió el abrazo revolviéndole el cabello con ternura; aquella pasión que tenían desde el primer momento nunca había muerto, seguía ardiendo en su interior con más intensidad.
– No sabes cuánto te he esperado... – le susurró Alex al oído. – creí que me habías dejado para siempre y que nunca volvería a tenerte  a mi lado. Vanessa lo miró con sorpresa.
            – ¿Cómo? Yo creí que tú ya no querías verme y por eso pedí el traslado. Fui un día a buscarte a tu casa y tu madre me dijo que habías salido de paseo con tu novia y que no volverías temprano. Entonces me volví loca de celos... pensé que todo ese tiempo sólo habías jugado conmigo y eso me dio rabia, además tú eras joven y tenías derecho de estar con una mujer de tu edad y... – se detuvo al ver que Alex sonreía de pronto. – ¿Qué? ¿De qué te ríes?
            – Tonta... Yo siempre te he querido sólo a ti. Y no te miento ha habido otras mujeres en mi vida pero ninguna como tú, porque con las otras estaba sólo para tener sexo, a ti te he amado siempre y te recordaba en todo momento y lugar.
            Se fueron a tomar una café para conversar de todo lo que tenían pendiente (seis años no pasan en vano)  y luego acabaron en el departamento de Alex.
            Él acarició el cabello negro y largo de Vanessa  que estaba desparramado con gracia sobre el edredón, mientras ella abría lentamente los ojos  y le sonreía con dulzura. Alex le tomo la mano y le devolvió la sonrisa. Dentro de él había algo nuevo, un sentimiento de felicidad que lo inundaba ya que estaba otra vez con Vanessa pese a todo, ella se había divorciado y continuaba dando clases, según dijo. La contempló allí a su lado y la besó tiernamente en los labios en señal de amor. Por fin estaban de nuevo juntos y nada los separaría. A pesar de todos los problemas Vanessa estaba allí junto a él, no sabía hasta cuando, lo único que sabía era que la amaba y que el amor que le tenía era más fuerte que cualquier dificultad, ya vería con el paso del tiempo si todo resultaba bien.

Fin

4 comentarios:

  1. De momento no alcanzo a leerlo, pero lo tengo muy presente y a primera vista se ve interesante :3... en tanto, ya estas en mis favoritos

    --> Covel

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  2. Leído Memorias de una Luna Llena II.

    Pues bien no esperé leer una historia tan romántica debo agregar, pero es una linda historia, en donde a pesar de todas las adversidades los protagonistas supieron sortear con triunfo final.

    Felicitaciones, se despide: El Chico de la Risa Estruendosa.

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  3. Estimada Bianca:
    Permítame confesarle que su relato es demasiado feliz para mi gusto (nooo es broma ), lo que solo demuestra que eso que llaman amor es capaz de llenarlo todo,y que aunque cueste hallarlo, nos observa cauteloso, a la espera de unos ojos que sean capaces de ver su invisible resplandor....

    Un abrazo para mi proyecto de escritora favorita :)

    Au revoir!

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  4. Sus fantasías con un profesor quedan claramente expuestas en Vanessa xD

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