mayo 02, 2011

Colmillos Salvajes, Capítulo Tres: La Marca de Caín

Capítulo Tres
La Marca de Caín
    

 – Ok. Esto es demasiado para una noche. – Dijo Jane, tomo la botella, la destapó y bebió un sorbo largo. – Tal vez para mañana ya haya digerido la noticia.

Dicho esto, se quitó la ropa y la oculto en una de las gavetas de aquel cine abandonado (el vestido y los zapatos eran muy bonitos como para rasgarlos con la transformación). Evan la miraba sin decir una palabra, como absorto en sus pensamientos.

– Llámame cuando tengas una historia completa que contarme, amo las historias – Dijo guiñándole un ojo. Él seguía guardando silencio, contemplándola fijamente, sin comprender su actitud.

Ella se estremeció, sus ojos cambiaron de color y, viendo a Evan a los ojos, se transformó en una loba. Se acercó a él lentamente y le pasó la lengua por la mano juguetonamente, y luego se fue corriendo en dirección a su casa.

Aquella noche, Jane no pudo conciliar el sueño. Le parecía  mentira que después de la aventura inolvidable de la noche anterior, Evan  resultara ser un vampiro. La persona que la convirtió a ella, jamás le dijo nada sobre los vampiros, pero ella sabía, por las leyendas y mitos populares, que los vampiros y los licántropos son enemigos naturales, ¿Cómo podía ser que hubiesen terminado en ese desaforado sexo casual? Además en la manada que conformaba su clan familiar siempre habían dicho cosas en contra de los vampiros, pero por la condición de jane en ese clan, jamás le había prestado mayor atención.

Dando vueltas en la cama pensando en todas esas teorías se le dio la madrugada y con ella la hora de irse a la facultad. Se levantó, bañó y vistió de manera mecánica, aún en shock por la noticia, y esperando con ansias que el vampirito se comunicara con ella.

Comúnmente ella hablaba muy poco con el resto de las personas de la facultad, pero aquel día no le dirigió ni una sola palabra a nadie, ni contestó cuando algún que otro compañero le preguntó algo. Nada en  absoluto. Su cuerpo estaba allí en el asiento, tomando notas sobre fechas, personajes y ciudades importantes, pero su mente divagaba entre las penumbras de aquel cine abandonado donde el gatito juguetón le había confesado que era un vampiro.

El mensaje de Evan no llegó sino hasta las cinco de la tarde cuando, jane salía de una larga clase de Historia de la Cultura.

Hoy a las once en el muelle. Te contare una historia.

Jane no tardo nada en enviar su respuesta.

No lo dudes Gatito, ahí estaré.

La curiosidad casi inverosímil y las ansias la consumían de tal manera que no pudo darse cuenta de cuán raudos se fueron los segundos, minutos y horas. Cuando dieron las 10: 30 p.m. ella no había hecho más que darle mil vueltas en su cabeza a las actitudes de Evan. En primer lugar, ¿Por qué le gustaba tanto?... espera. ¿Gustar? Y ¿porque le había ocultado que era un vampiro…? ¿Porque no se lo había dicho la primera noche?

Si bien ella sabía que Evan era un vampiro no sabía nada más. Se encontraba impaciente. Esa impaciencia que la caracterizaba y que ahora no era una excepción. Pero… que tenía “ese” que le atraía tanto…

A las 11 Jane ya estaba en el muelle aguardando por él, aunque por alguna razón, Evan no aparecía.
Se impaciento aún más.
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Diez segundos más tarde le llamó al móvil.

-- ¿Hola? ¿Dónde estás?
--Llegando
--¿Dónde? No te veo-- dijo ella mirando en todas direcciones.
--Es que no estas mirando en la dirección correcta-- dijo una voz cercana fuera del auricular… justo detrás de ella. Volteó y allí estaba el gatito, con una playera celeste y unos jeans gastados.

-- Bueno, suéltalo ya gato.-- dijo ella sin aguantar más.

-- Bien -- susurró él algo nervioso-- pero en primer lugar debo decirte que esto o es fácil, no sé ni por donde…
-- por el principio es una buena opción-- lo interrumpió ella.

--“Me convirtieron hace como dos años. Una mujer sedienta me abrazó cuando yo tenía solo 15 años. Me dijo que me había observado bien por mucho tiempo, que me tenía un regalo que no podría rechazar…-comenzó con voz temblorosa- me sedujo… me inmovilizó… yo solo era un niño... sentí un intenso dolor en el cuello y por más que grité nadie me auxilió. Luego sentí el sabor caliente de la sangre en mi boca, repugnante y necesario al mismo tiempo… el dolor era tan grande que  no me dejaba pensar. Después, continuó seduciéndome… y luego de un sexo salvaje y aterrador, me desmayé.”

-“Cuando desperté estaba en una cabaña abandonada llena de sombras, en medio de un bosque desconocido. Junto a mí solo encontré una nota.

Ahora eres parte de los inmortales. Eres un vampiro, uno que tiene la capacidad de adoptar una apariencia de cualquier animal que elijas, perteneces al clan gangrel. Eres una bestia solitaria, pequeño, es lo mejor. Solo puedo decirte que somos los herederos de Caín y Lilith  nuestra especie. Algún día volveremos a vernos.”

Jane contenía la respiración. Su corazón latía rápido y fuerte.
-espera un minuto...--le dijo ella-- si te convirtieron hace dos años, y tenías quince… eso quiere decir que ahora solo tienes…

 -- Dieciséis, cumplo los diecisiete en agosto.

El corazón de Jane dio un vuelco violento. Y ella que pensaba que el gatito tenia veinte tanto y ¿ahora resulta que solo es un niñito que apenas y acabó la pubertad? Y lo que más la asustaba ¿Eso era malo?... Claro que no. Era lo que hacía del jueguito algo mucho más interesante, excitante y apetecible.
-- Vamos, lobezna, dime algo, que me tienes nervioso de tanto silencio.

-- No hay nada que decir, salvo una pregunta ¿Cuál es tu animal?-- pregunto ella con intriga.

-- El jaguar. - contesto el con una sonrisita entre tímida y seductora.

-- Entonces ven aquí, Jaguar salvaje y exótico.-- y dicho esto lo tomo del cuello de la playera y lo beso con violencia, pegándose a su pecho.

-- oye estamos en un muelle…-- dijo el con algo de duda.
-- sí, lo sé, eso lo hace más divertido.- dijo ella seductoramente con los ojos verdes oscureciéndose drásticamente.-- vamos gatito,  no tengas miedo… que esta noche, sí que vamos a jugar.



Continuará…