abril 26, 2013

Colmillos Salvajes, Capitulo Nueve, ¡¿Celos?!


¡¿Celos?!


El invierno había llegado hacía ya varias semanas y cada día se acercaban más y más las festividades navideñas, aquella mañana una fina capa de nieve caía sobre la cuidad de Londres. Era muy temprano, pero un sin número de personas recorrían impacientes las calles para dirigirse a sus trabajos, escuelas o facultades; personas que entraban y salían de las estaciones de subterráneo, personas que abarrotaban las paradas de autobús, muy abrigados para capear el frío de la nevada, sin embargo, una pareja aún no se enteraba de que fuera estaba nevando; ni siquiera habían mirado por la ventana. En el noveno piso de un edificio ubicado en el casco antiguo de la ciudad, en la alfombra detrás del sillón, Jane contemplaba con una sonrisa tierna como Evan dormía plácidamente acurrucado a su lado.

      Por fin estas aquí mi gatito… — susurró ella acariciándole el cabello y el cuello. Poco a poco Evan fue abriendo con calma sus ojos negros.
      Extrañaba… que tu rostro fuese lo primero que veía al despertar…— dijo él, soñoliento y desperezándose.
      Igual yo, pequeño…

Ella se acomodó sobre su pecho y cerró los ojos disfrutando de la sensación que le producía el contacto con esa piel fría No se oían latidos en el corazón de Evan, pero en él eso era normal y era eso precisamente lo que tanto la tranquilizaba. El vampiro la rodeo con el brazo y se quedaron allí tendidos en silencio. Cuando un tenue rayo de luz entró por la ventana y marcó con su sombra el límite del sillón en el suelo, Jane se puso de pie de un salto, se puso la camisa que estaba tirada en el suelo y corrió a su habitación. El vampiro no decía nada, pero la observaba extrañado. Jane volvió de su cuarto con unas mantas grandes que arrojó y acomodo en la ventana para que no entrara la luz. Evan la miraba sin dejar de sonreír.
    Lo siento… debería comprar cortinas… es que… este sitio tiene demasiadas ventanas, dijo ella excusándose y sonriendo mientras se acomodaba el cabello tras la oreja. Él, seguía riendo.

    ¿La camisa es tuya? — le pregunto observándola lujuriosamente  de arriba abajo tras un momento de silencio. — Te queda muy bien

    ¿Ohh sí? Bueno, muchas gracias, pero no, esta no es mía… es… de Luka… — explico ella con tono relajado, recordando de pronto de donde la había sacado — como a veces duerme aquí debe habérsela dejado olvidada. Fue lo primero que he cogido cuando me di cuenta que había alguien en el edificio, sentí tu olor… pero no podía creerlo, me has dado un buen susto……… ¿Pasa algo?

La expresión que tenía el rostro de Evan había pasado de una mirada lujuriosa a una mueca de desconcierto, para acabar con el ceño fruncido y los ojos  ya dorados a punto de echar chispas.

    ¿Y quién demonios es ese tal “Lucas”? —  gruñó él con la voz muy grave. Se le notaba muy enojado, lo peor era que Jane no tenía idea de por qué.

    No es Lucas. Es Luka —  contestó ella con frialdad, comenzando a perder los pocos estivos que tenía — y lo que yo quiero saber ahora, es que te ha pasado a ti que tienes ese genio. Yo no tengo por qué tolerar tus berrinches. No hace ni un minuto que te estabas riendo

    Pero si eres tú la que me suelta de sopetón que un tipo cualquiera viene a tu casa, se queda a dormir, deja ropa olvidada y que, para coronar, ¡TU LA LLEVAS PUESTA!

Ella solo le dirigió una mirada furiosa, mientras pegaba sobre la mesa con el puño produciendo una abolladura. De la rabia que tenía el cabello se le estaba alborotando y los ojos verdes ahora eran negros, mientras que su mandíbula se alargaba un poco y los largos y afilados colmillos comenzaban a relucir.

    Para ya. Luka es solo un amigo. Y espero que sea la última vez que me haces una escenita. Estoy contigo idiota, te he dicho que te quiero, que quiero estar contigo, no voy a llevarme a otro a la cama mientras tanto. – le dijo ella con seriedad, viéndolo profundamente a los ojos, mientras que soltaba un gruñido.

A Evan en tanto se le moteaba la piel… pero hacia muecas con el rostro intentando que la transformación se frenara, pero los incisivos del felino ya se asomaban también.

    El problema no es lo que tú vayas a hacer, es que no me gusta que ese tipo se tome esas libertades conti…— y fue interrumpido por un ladrido estridente que soltó la loba

    ¡NI SIQUIERA SABES QUIÉN ES! NO QUIERO VOLVER A ESCUCHARTE DECIR NADA MÁS. NO QUIERO TUS CELOS, SI NO TE AGRADA, TE PUEDES VOLVER POR DONDE VINISTE — le gritó ella, perdiendo la calma.

    ¡NI EN BROMA! ¿PARA QUE EL TAL LUKA VENGA A CONSOLARTE LUEGO?— replicó él acercándose a ella amenazadoramente, pero ella lo frenó en seco y le dio un golpe en la cara.

    TE AMO, EVAN, PERO NO TOLERARÉ TUS NIÑERÍAS… — le dijo ella intentando recuperar su seriedad.

Se giró sobre sí misma para dirigirse a su habitación, pero antes de que lo hiciera, él la sujetó con fuerza por el antebrazo, con más fuerza de lo normal. Ella intentó zafarse y comenzaron un forcejeo, porque él no quería soltarla. Estaba tan ofuscado que no atendía razones y Jane que no tenía paciencia, ya gritaba.

    ¡SUÉLTAME!– gritó, cuando por fin logró zafarse de la garra del vampiro. Ambos ya estaban en la etapa intermedia de sus transformaciones y sus cuerpos habían adquirido nuevas características, lo que daba a la escena un aura bastante tenebrosa. La loba estaba tan furiosa que no se le ocurrió siquiera pensar en que aquel escándalo lo oirían sus vecinos. No soportaba esa situación porque no le gustaba que intentaran controlarla, que la encerraran… la desesperaba y no entendía que precisamente Evan hiciera lo que estaba haciendo. – NO TIENES NINGÚN DERECHO DE VENIR AQUÍ A CUESTIONAR MIS AMISTADES Y MUCHO MENOS CÓMO ME RELACIONO CON ELLAS. YA TE DIJE LA VERDAD SI NO LA CREES ES TU PROBLEMA, NO EL MÍO– hizo una pausa para tomar aire y luego, acercándose a la puerta, continuó– Y, SI NO TE GUSTA, TE PUEDES LARGAR – gritó finalmente abriendo la puerta de par en par de un solo jalón.

    ¡VINE AQUÍ PARA ESTAR CONTIGO! – replicó el vampiro frenando la puerta con la mano y volviendo a cerrarla. Luego la sujetó por los hombros y la empujó hacia la pared, forzándola a mirarle a los ojos. Pareció calmarse un poco y bajó la mirada–…No voy a irme a ningún lado, Lobezna. Lo siento… – soltó Evan en tono de disculpa, mirando hacia otro lado, notablemente ofuscado pero con la intención de calmarse. – Lo siento, pero no voy a dejarte otra vez.

Le soltó los hombros y caminó hacia el sofá, dejando a Jane de pie junto a la puerta, perpleja, atónita, furiosa y sorprendida. Los celos de Evan escapaban a su comprensión, porque Luka si bien era muy tierno con ella, preocupado de su bienestar… Luka era su primer y único amigo, el mejor, el único con quien podía compartir su secreto sin que eso implicara tenerlo metido en su cama; bueno, tal vez literalmente si se había quedado a dormir, pero jamás habían hecho el amor, ni lo harían, porque él era su amigo y solo eso.

Se acercó a Evan lentamente y se sentó en el sofá junto a él, acariciándole el muslo, en señal de comprensión.

    Sabes que te amo, gatito. Te amo mucho, por eso ahora estoy contigo, pero sabes que tengo una vida, una carrera y que para eso debo relacionarme con más gente. Luka es uno de mis profesores de la facultad… además… no sé, dice que debe protegerme…– soltó de pronto y comenzó a relatarle la historia que Luka le había contado sobre la guerra y su propia seguridad – No sé porque pero confío en él. Ahora la pregunta es… ¿Confías tu en mi?

Evan la miro nuevamente con sus grandes ojos negros e intensos, aquellos ojos que a veces le daba hasta miedo contemplar, porque le daba la sensación de que se perdería en ellos como quien entra en un laberinto, en un bosque desconocido y es incapaz de salir sin ayuda.

    Claro, Jane…– a ella le pareció extraño pues él en rara ocasión la llamaba por su nombre y, como es obvio, eso la descolocaba mucho. – Perdóname, a veces me vuelvo…

    Shhh – le dijo – No digas nada, no importa ya. Sé que confías en mí, es lo que me importa, solo quiero pedirte que esta escenita de celos no se repita nunca más.

Luego se echó sobre él y le beso con salvajismo, como queriendo que con ese beso se borraran todos los fantasmas, todas las dudas, las inseguridades y todo aquello que le hacía pensar a Evan que ella no le quería, porque sí que le quería. Lo amaba, con todo el corazón. Lo amaba tanto que hasta le dolía pensar en el supuesto caso en que no estuvieran juntos.

Volvieron a hacer el amor, allí en el sofá y luego se quedaron el uno junto al otro retozando… Llevaban un rato abrazados en el sillón, en silencio, mirando a la nada, cuando de pronto sonó el teléfono. Jane se sobresaltó, pero luego se fue rápidamente a contestar; al otro lado del auricular contestó su profesor.
      ¿Jane? Buenos días, espero que hayas dormido bien, sacadme de una duda, ¿has desayunado ya? Es que justo ahora estoy pasando fuera de una cafetería monísima y tienen unos pastelitos que se ven deliciosos ¿te apetece que te lleve? – Luka hablaba con su típico acento andaluz tan educado, se oían ruidos de personas y coches en las calles.
      Muchas gracias, Luka, es una muy buena idea. De hecho me encantaría que vinieses – dijo sonriendo, para luego dirigir a Evan una mirada significativa – Hay alguien a quien quiero presentarte.
      Pues perfecto, haré las compras y me paso por tu piso. Un beso, bonita, ahh y deja ya de hacer travesuras  – dijo con ternura y colgó. Evan se quedo viendo a la licántropa ceñudo, pero confiando en las actitudes que estaba tomando ella para darle el lugar que ahora tenía en su vida.
      Ven - le dijo ella, mientras le tendía su mano. – Tomemos una ducha juntos. Luego verás cómo te cae bien.
      Si tú lo dices... – contesto él sonriéndole y besándola en la frente.

Luego se dirigieron al cuarto de baño, donde permanecieron un buen rato bajo el chorro de agua caliente. Jane estaba terminando de cepillarse el cabello mojado cuando alguien llamó a la puerta  y ella pidió a Evan, que ya estaba vestido,  que se hiciese cargo. Cuando el vampiro de ojos negros abrió la puerta se topo con un joven que tenía unos veintiocho años según su impresión, extremadamente alto y que dejaba crecer su barba sin preocupación alguna. Se quedó un momento observándolo, luego le dijo que pasara y luego cerró la puerta.

    Tú debes ser Luka – dijo con una sonrisa tendiendo una mano al recién llegado – Soy Evan, mucho gusto.
    Pues, el gusto es mío, Evan – contestó educadamente el andaluz devolviéndole la sonrisa.

En ese momento, la loba salió al pasillo y saludo a Luka con afecto ante la mirada impasible de Evan.

    Luka es un maestro de la facultad, además de un gran amigo – explicó la joven
    Si bueno, no hemos conocido bastante y pues eso, hemos simpatizado – completó el recién llegado.
    Evan es mi... mi... bueno estamos juntos ahora – declaró Jane mirando a Luka, parándose junto a Evan y tomándolo del brazo con cierto nerviosismo impropio de ella.
    ¿A qué os referís con juntos? – Preguntó el español con su acento tan especial.
    Pues… es que  – comenzó Jane, pero Evan la interrumpió.
    Pues quiere decir que somos pareja. Es mi chica, bueno, mi loba. – añadió con una sonrisa, mirando a Jane a los ojos.
    ¿Te quedaras a vivir aquí en Londres? – Preguntó Luka, pasándose una mano por la barba.
    Si, vine por ella, si mi Lobezna se queda aquí, me quedo con ella.
    Necesitas un buen curro entonces, ¿a qué te dedicas?
    Pues, la cacería se me da bien – contestó el joven con despreocupación
    ¿No tienes una profesión? – inquirió Luka, con un tono de reproche.
    No puedo salir de día – se excusó el vampiro
    Evan es un vampiro, Luka – intentó suavizar la licántropa.
    ¿Es el chico con el que salías en tu otra ciudad?.. – resopló pelirrojo con pesar, meneando la cabeza en gento de desaprobación
    Sí, soy el chico de la otra ciudad y de esta. Contestó Evan con seriedad, imponiéndose. Luka lo observó detenidamente y guardo silencio un momento. Jane se encogió de hombros y fue a la cocina a buscar el agua caliente para el desayuno. Luka aprovechó la ausencia de la chica para seguir interrogando a la “pareja” de su protegida. — Pero bueno, tío, tienes que trabajar de algo, no pretenderás que la cachorra te traiga la comida...
    Claro que no, siempre he… trabajado. Bueno, a mi modo – reconoció el joven, pasándose una mano por el cabello negro que aun estaba mojado y caía liso sobre su frente.
    ¿Qué es lo que haces exactamente?
   

Resulto ser que Evan aparte de un voraz asesino a sangre fría, muy cauteloso y meticuloso, robaba a sus victimas todo lo que poseían antes de abandonarlas por ahí o de “desaparecer” sus cadáveres, hacía las veces de bar tender y también hacía Striptease en otros clubes nocturnos. Eran esos trabajos o trabajar como guardia de seguridad, que pagaban menos y se arriesgaba mas, porque finalmente algún pobre diablo que lo sacase de sus casillas y terminaría como la cena del vampiro… no eran demasiados los trabajos nocturnos que podía obtener, además, no le gustaba trabajar ni tenía una profesión, dado su historial, y por ser un vampiro le era bastante complicado seguir sus estudios.

    O sea que si esperabas que Jane te diera la pasta para sobrevivir – concluyó satisfecho el andaluz.
    “¿Pasta?”  ¿A qué te refieres con pasta?
    Dinero, tío, dinero
    No, yo me alimento de sangre. Eso es lo que me ayuda a sobrevivir – dijo Evan, con tono serio. – Quizás ella se merezca algo mejor que eso, pero yo la quiero y haré lo que sea para hacerla feliz. De cualquier forma ella me conoció así, si ella me quiere, no veo el problema.

A la licántropa le sorprendió verlo en aquella actitud tan seria, porque dado el nivel de infantilidad con tomaba todas las cosas, ella esperaba que hiciese una rabieta porque se sentía ofendido ante lo que Luka estaba diciendo.

    Luka, esto no es necesario – dijo con calma ­­­­– además, nosotros estábamos acostumbrados a ese estilo y por otro lado sabes que no necesito dinero. Estamos bien.

El joven de cabellos rojizos la miró con indecisión, preguntándose si era seguro dejar a su protegida con un vampiro que, en su opinión, era un bueno para nada y que además podía estar en medio de un complot con el enemigo para causar algún problema. Luego de un momento de silencio, esbozo una ligera sonrisa e inclino la cabeza.

    Son tus decisiones Jane, no puedo cambiar eso. – Dijo sin más, luego como si nada se acercó a la mesa y dejó una gran bolsa llena de una enorme variedad de pasteles y ponqués de un aspecto exquisito.

Durante el desayuno todo fue bastante relajado, al contrario de cómo Jane lo había pensado, Luka y Evan se llevaron relativamente bien. Jane sospechaba que a su maestro no le gustaría el muchacho por sus altos niveles de inmadurez y su exagerado comportamiento infantil. Y no se equivocaba en eso, pero por otro lado, el vampiro se desenvolvía bien en las conversaciones y podía dar opiniones interesante sobre algunos temas relevantes acerca del que consideraba su mundo, sin mencionar que podía observar el brillo en los ojos de la muchacha, a quien jamás había visto tan feliz. Sin duda él había llegado a querer mucho a su alumna y protegida, por tanto, deseaba que ella estuviese lo más feliz que fuera posible, si eso era cerca de aquel vampiro bueno para nada e infantil, no era tan importante. Trataría de ser amable con él, no podía ser tan difícil.


Entre risas y largas conversaciones la mañana se pasó volando, y pronto llegó el momento en que Luka se levantó de la mesa, se despidió de la joven pareja y los dejó solos. Mientras Recogían y lavaban los platos, Jane hizo la pregunta que le quemaba la garganta.
    ¿Y…?  ¿Qué opinas de él, Evan? – pregunto ella intentando parecer relajada.
     Pues, que quieres que te diga lobezna, me parece un españolito estirado con demasiadas ínfulas, pero si a ti te cae bien, está bien para mí.
    ¿Sabes? Luka es, lo más parecido que he tenido a un amigo. Jamás me había podido, no sé, expresar con alguien así, porque no hay nada más entre nosotros, no me mires con esa cara – dijo al ver como Evan arqueaba una ceja – es en serio, me cae muy bien.
    Pues entonces, si es importante para ti, hare un esfuerzo por tolerar su acento “ezpezial” – Dijo riendo. Abrazó a la muchacha por la espalda y le dio un beso en la mejilla.

Cuando cayó la noche, Jane y Evan se fueron a trabajar. Jane quería pintar el apartamento y comprar cortinas, además de muebles, y como no tenía intención de comprarlos con su propio dinero, ella y el vampiro hicieron de las suyas por distintos sectores de Londres. Para el final de la noche, habían conseguido una muy buena cantidad de libras y algunas joyas bastante caras, sin mencionar que ambos habían saciado su sed de sangre por bastante tiempo.