octubre 06, 2011

Colmillos Salvajes, Capítulo Seis:Nuevos Encuentros, Nuevas Expectativas


Capítulo Seis
Nuevos Encuentros, Nuevas Expectativas


Mis manos se aferraban con fuerza a los barrotes de la cama, mientras que sentía correr por mis venas el calor que emanaba aquel cuerpo sobre el mío, la intensidad de su pasión y la fuerza con la que me entregaba el más infinito placer. Evan se desplomo en mi pecho al acabar, no exhausto, sino que complacido, me miro a los ojos y me beso en los labios, un beso tierno y dulce, como los que se dan cuando acabas de hacer el amor. .. Él abrió los ojos y pude verme reflejada en ellos, mientras es decía en un murmullo… te quiero.

Desperté de golpe con la alarma del despertado. 7:35, debía irme a clases, luego al estudio, luego a la cafetería… vivir la rutina en la que se había convertido mi vida al llegar a Londres. No es que me molestara, todo lo contrario, estaba siendo  muy feliz viviendo en ese noveno piso, el último de un antiguo edifico ubicado en una calle algo alejada del centro, estaba feliz de estar estudiando en esa prestigiosa escuela de arte, feliz de creer que mi futuro me deparaba estabilidad... pero algo me faltaba, y aunque quería negarme, sabía perfectamente que eso que me faltaba era Evan. El vampirito se había quedado en Princetown, en realidad yo lo había dejado allí, le pedí que no me siguiera, pensé que era lo mejor. La verdad es que  tuve tanto miedo de darme cuenta de que me había encariñado con él que a la primera oportunidad lo deje. Sabía que tarde o temprano debería acostumbrarme a su ausencia, que no volveríamos a vernos, ni a hacer el amor y, lo que más extrañaba, no volvería a despertar en sus brazos, envuelta en ese suave perfume que emanaba de su cuerpo.

Buscando en mi interior un poco de resignación ante esos hechos, me levanté, me di una ducha y me fui a la facultad. Hacia dos semanas que estaba en Londres, pero ya me ubicaba perfectamente, supongo que era mi instinto animal, menos mal, porque sin ese instinto me hubiese sido imposible conseguir aquel empleo de sueldo casi decente en esa cafetería al otro lado de la ciudad, lejos de la facultad, del estudio… y aun así logaba llegar a tiempo a todos lados solo porque corría lo más rápido que podía. Mas ese día fue distinto. Corrí desenfrenadamente hacia la facultad, pues estaba atrasada e ignoré que mi cabeza daba vueltas y que mi estómago se apretaba… un sudor frío humedecía mi rostro, pecho y espalda, me di cuenta de que algo andaba mal y no me importó, seguí corriendo hacia a la facultad y las  imágenes borrosas de las personas que pasaban a mi alrededor me mareaban… me sentía aturdida, corriendo por inercia, sin importar nada, sentí como perdía toda la fuerza, como me precipitaba hacia el piso sin siquiera poner las manos para frenar la caída... para cuando llegue al suelo me encontraba en una especie de trance, no sabía si estaba despierta o no, solo sabía que estaba tirada en el suelo y que me había golpeado la cabeza. Me encontraba débil, puesto que hacía varios días que no iba de cacería, era simplemente que no quería verme en la obligación de asesinar a nadie más, no quería volver a tener la oportunidad de engañar a mis sentimientos yendo a la cama con cualquier tipo que acabaría matando solo por comer su carne (¡Que para eso está el supermercado!) aunque la carne humana es mucho más deliciosa y me hacía sentir mucho más fuerte… En Princetown no tenía ese problema, me iba de cacería con Evan, y generalmente asesinábamos ladrones, violadores o asesinos… esos que nadie extrañaría en el mundo. Debí pensar todo eso en algo así como cuatro segundos, porque luego pude oír una extraña voz.

— Señorita, disculpe, señorita ¿Se encuentra usted bien? ¿Puede oírme? — tenía la voz grave y un acento distinto, cuando abrí los ojos y vi su rostro me di cuenta de que era extranjero, ¡pero que extranjero! No me di cuenta de su estatura, pues yo estaba tirada en el suelo y él estaba a mi lado, con una botella de agua en una mano y un periódico en la otra. Su piel era trigueña, el cabello castaño claro le llegaba hasta los hombros, con mechones rojizos que caían en delicadas ondas sobre el rostro ovalado, una frente amplia y con una quijada pronunciada; llevaba una barba casual que dejaba ver unos labios finos con gran tendencia a sonreír, nariz aguileña y unos ojos preciosamente extraños; el izquierdo era de un azul zafiro magnífico, pero el derecho era gris, un gris perlado que brillaba bajo el sol.
— Emm, sí, si muchas gracias estoy bien— dije rápidamente intentando ponerme de pie, sin embargo, perdí nuevamente el equilibrio, pero el tipo me sujeto del brazo para que no me golpeara.

— Creo que no está del todo bien, tenga, beba un poco de agua — dijo acercándome la botella abierta. La recibí y bebí un pequeño sorbo que me quemó la garganta por la falta de sangre y carne. Aguante el dolor y le devolví la botella al individuo de ojos extraños y acento extranjero.

— No se preocupe estoy bien, muchas gracias — dije intentando sonar amable
— ¿Está segura? ¿No debería ir a ver un médico?
— No, en verdad no es necesario, además ya voy muy tarde — conteste pensando que debía ir a cazar y a la facultad.
— Si gusta puedo llevarla ¿a dónde se dirige?
— no se preocupe, puedo ir a pie, gracias— conteste ya casi fuera de mis casillas. El sujeto era demasiado insistente para mi gusto.
Entonces me acerco con fuerza a ´le para quedar cerca de mi oído
—Anda Jane, deja hacerlo difícil, sé que necesitas cazar, el agua te ha dejado la garganta ardiendo. Ahora cálmate y ven conmigo ¿Vale? — dijo en un susurro ante mi expresión de asombro, extrañeza y también miedo.
— ¿Quién demonios eres tú? ¿Y qué rayos quieres conmigo?

— ¡Venga! Que no es el mejor momento para dar explicaciones, además te encuentras muy débil y eso es peligroso, ven, muévete.
— ¡Nada de muévete! Quien rayos te crees, dime quién demonios eres o no iré a ninguna parte
— Jane, por favor, ¿crees que me costara gran trabajo llevarte conmigo con lo débil que estas? Que si no te tuviese sujeta de un brazo te habrías caído al suelo. Pero está bien, por esto de las formalidades…Soy Luka, me han ordenado protegerte. Vengo desde Andalucía, por si te interesa. Ahora ya vayámonos. 

Yo guarde silencio, entre sorprendida, enojada, confundida y asustada, pero tampoco pude hacer nada, puesto que perdí el conocimiento tras dar los primeros cinco pasos.

Cuando desperté ya había anochecido y Luka, el de los ojos distintos, estaba durmiendo sentado en la silla frente a la cama, muy derecho. En la mesa de noche había un vaso lleno de una sangre espesa, de un tono rojo oscuro. Sin siquiera dudarlo lo bebí todo, y sentí como mi cuerpo se fortalecía con eso… me hacía falta. Luego, me senté en la cama abrazando mis rodillas, esperando a que el tal Luka despertara  de su sueño profundo y contestara mis preguntas.

De pronto abrió los ojos y me miró fijo.
— Anda lobita, que no soy un enemigo,  no te voy a lastimar...—dijo el con su acento extraño y voz grave en un tono calmado y sensual — Deja ya de mirarme como si quisieras asesinarme
— Dime Luka… ¿Quién eres tú y porqué dices que vienes a protegerme? — pregunte mirándole a los ojos… esos ojos extraños… llamativos, de los que, inevitablemente, no podía desconfiar.

Él bufó ante mi terquedad, me sonrió y contestó
— Es una larga historia.
                                                                                                                                                            Continuará...

agosto 28, 2011

Colmillos Salvajes, Capítulo Cinco: Actos Impulsivos y Sangrientas Despedidas


Capitulo Cinco:
Actos Impulsivos y Sangrientas Despedidas

CORRER. Tras esas frías palabras y los duros golpes, lo que seguía era correr.

Ese día había comenzado con un sol resplandeciente y cálido entrando en mi habitación, en la planta alta de una casa lujosa, algo alejada del bullicio de Princetown.
Estaba dormida, pero no era un sueño placentero, sino que lleno de recuerdos, remordimientos, miedos y esa voz grave, eso ojos ambarinos, seductores, furiosos, mentirosos, furtivos, intensos, esos que tanto me atormentaban.

Me desperté bruscamente, empapada en un sudor frio y con una extraña sensación de abatimiento y melancolía; los restos que había dejado aquella tormenta infernal, el dolor agudo que estaba asentado en mi interior y me hacía gritar del miedo, mi misma, al pasado, a ese pasado que no moriría jamás y que siempre me perseguiría y acecharía como una sombra, un fantasma.
Me levanté rápidamente de la cama y contemplé mi imagen en el espejo. El cabello desordenado me caía en delicadas ondas por el rostro y los hombros. Había esperado tanto por aquel día… pero no estaba totalmente segura de querer hacerlo, dejarlo todo para ir en busca de un futuro distinto, de la libertad… lejos de mi familia… lejos de Evan. Los recuerdos de los últimos tres meses vinieron de golpe a mi mente, desde que decidí que él era bueno porque me hacía sentir bien. Supuestamente en aquel momento dejarlo allí sin más no debió ser una dificultad, pero para variar, me engañe a mí misma ¿Por qué ahora sentir remordimiento? conocía la respuesta, pero mi orgullo no me permitió admitir que en realidad me encantaba estar con él. Aquellas palabras que le había dicho meses antes en la playa resonaban como un eco en su mente, le pesaban en la conciencia ahora que pensaba irse lejos.

— Jane tú me gustas mucho, en serio, no es ningún juego, quiero mi oportunidad. Cuando estoy contigo me siento feliz, también quiero que tú lo seas.

Y es que esos cuatro meses con Evan fueron realmente maravillosos: salidas a ferias y restaurantes, bares y discotecas, paseos nocturnos por la playa, mañanas y tardes completas en habitaciones de hoteles… estaba siendo el cuento color de rosa que aquellas chicas bobas ven en las películas y quieren para sí mismas, ese que yo jamás viví hasta ese momento pero en realidad, cuando estaba a su lado sentía que no podía haber cosa mejor, era como estar en un universo paralelo…
Nos veíamos casi todas las noches y, cuando estaba a punto de amanecer corríamos al primer hotel que encontrábamos, cerrábamos las ventanas y nos quedábamos allí, retozando en el sofá, el suelo o la cama. A veces solo nos quedábamos reflexionando sobre anécdotas sin importancia hasta caer dormidos del cansancio. Pero siempre supe que Evan era algo que estaba de paso, que lo dejaría atrás algún día, pero en ese momento me resultó demasiado difícil.
                Le llame para quedar en el bar de siempre, quizá luego podríamos ir a hablar a cualquier otro lugar.
                Evan, el vampiro, el jaguar exótico y salvaje al que tanto me acostumbré, al gatito tierno y consentidor tendría que decirle adiós esa noche.

Llevaba tanto tiempo intentando alejarme de todos mis recuerdos, de los fantasmas de mii pasado, de mi familia, de mis raíces y de mi dolor, que busque todas las maneras posibles de hacerlo, que cuando me llegó la carta de confirmación de la escuela de arte en Londres, ni siquiera lo dude, sabía que era mi momento… hasta que me llegó al móvil un mensaje de Evan. Eso fue lo que me hizo reaccionar respecto de lo que sentía por él y lo importante que era en mi vida. Pronto desaparecería. No. Era yo quien iba a irse lejos, no él. Esa idea me aterro completamente, tanto como la traición de Jack, no por volver a estar sola, si no que por permitir que él se volviera tan importante para mí. Durante casi todo el día le di vueltas a como le diría adiós, como se lo explicaría. En verdad me sentí culpable, por primera vez, de causarle dolor a alguien, la clase de dolor que me causó Jack a mí, y que jamás podría perdonarle.
Al llegar la hora prevista para el encuentro yo llevaba ya un par de horas en el bar, repitiendo cada tanto la misma orden: Soviet

Cuando Evan llegó, me saludo con un beso en la boca, se sentó a mi lado y estuvimos hablando de tonterías por bastante tiempo, bebimos, bailamos, y seguimos bebiendo… hasta que ya no pude aguantar más.

— ¿Qué harías si te digo que esta es la última vez que me veras?— dije mirándolo a los ojos. Él se sonrió.
— Pues besarte, mucho, así como dice la canción — Contestó él acariciando mi pelo — Que tengo miedo a perderte, perderte después.
Entonces lo tomé por el cuello y le besé con todas mis fuerzas. Fue un beso lago, apasionado, lento y veloz, dulce y amargo: el sabor amargo que tenían los besos de despedida. Al alejarme de él, lo tomé de las manos y le dije sin más:

— Evan, me voy a Londres. Esto debe terminar ahora. — Jamás me detuve a pensar en si le hacía daño con lo que le decía porque me estaba engañando a mí misma pensando en que solo lo utilizaba, cuando ocultaba mis reales sentimientos, en ese momento yo sabía que lo quería, que era importante, pero me mantuve firme en mi autoengaño — Perdón. Lo siento de verdad, puedo decirte que fue bonito Evan pero ya no puedo seguir con esto.
— ¿A Londres? ¿Por qué ahora? ¿Pero porque no me dijiste nada?— el desconcierto estaba demasiado marcado en su rostro como para contestarle la verdad. Pero así era mejor, yo jamás fui una mujer buena para él.
— Solo estaba esperando una confirmación y ya llegó. Esta será la última vez que nos veamos Evan, no voy a volver. Y quiero pedirte que cuando salga de aquí no me sigas, es lo mejor para los dos.
— Por favor Jane, déjame estar a tu lado ¡Quédate conmigo! — Dijo poniéndose de pie, haciendo que la gente que estaba en el lugar volteara a verlo — ¿es que no te he hecho feliz? Por favor… sigamos con esto no te vayas… yo… yo… yo…
—No puedes darme lo que yo deseo. Si me quedo aquí, contigo, acabare sirviéndote cocteles luego de las cacerías. Tú y yo no tenemos un futuro Evan, acéptalo. — solté con excesiva frialdad. Lo estaba hiriendo, pero si no lo hacía, no tendría el valor de marcharme de su lado. — fue divertido gatito, pero ya se acabó.

Luego de decir eso, salí del bar y me puse a correr, me detuve ante un supermercado, compré una botella de tequila y unos Black Devil. Seguí corriendo hasta que no sentía las piernas… y así de cansada, sin saber si estaba triste o enojada me senté en un plaza vacía abrí la botella y me puse a beber. Al encender el primer cigarrillo recordé la tarde en que, con Evan, comencé a fumar. Recordé el sabor a menta de los cigarros baratos de la tienda frente al hotel de paso, el mechero azul que cargaba él, la tos que me dio con la primera aspirada… la textura de las sabanas mojadas de la cama donde nos habíamos revolcado… todo.

Al cabo de un par de horas, estaba suficiente mente borracha como para hablar coherentemente, pero no lo suficiente como para no caminar hasta un taxi que me dejara en mi casa. Al llegar, me trepé por la ventana de mi cuarto haciendo más ruido del normal, aunque no desperté a nadie… abrí mi ventana y, para mi mala suerte, había alguien dentro.

                Mi padre se acercó me tomó por los cabellos y comenzó a gritar, cosas que no le entendí, quizás por lo ebria que estaba, quizás porque en su ataque de furia no modulaba como es debido, quien sabe. Solo logre entender una palabra de entre todas, creo que fue la que me hizo reaccionar…pero no iba a aguantar que volviera a decirme perra.

— ¡¡Tú, tú eres el perro aquí, a ti te vale lo que yo haga o no, porque jamás te importó, déjame en paz, y ni se te ocurra ponerme un dedo encima, porque lo vas a lamentar‼ —Grité— ¡Ya me tiene harta vivir en este infierno, contigo, con las bastardas esas y con la maldita que tengo por madre! pero qué bien ¡¡Se acabó‼

Así fue como entablamos una pelea entre gritos y golpes. Cuando apareció Zein en mi habitación, mi padre tenía mis garras estampadas en el rostro y el hombro derecho y yo, estaba tirada en el suelo con sangre en los labios. Intente levantarme del suelo, y cuando él se acercó para ayudarme, le enseñe los colmillos en señal de ataque.
— Este lugar no ha sido nunca mi hogar, es buen momento de largarme ¡y no me toques!—le grite otra vez a Zein— no necesito tu lastima. Espero no verlos otra vez.

Saqué del ropero un bolso que había dejado allí temprano y me dirigí a la puerta principal. En el camino me limpié la herida del labio que me ardía de dolor, mientras mi padre iba tras de mi gritando más insultos
—¡¡Más vale que te vayas zorra libertina, porque aquí jamás has encajado‼ ¿me oyes? ¡¡Anda lárgate maldita, lárgate‼ que si sales no volverás a entrar. —gritaba furioso
— No te preocupes, no me interesa volver. Gracias por nada. Es un placer irme de este infierno—dije. Luego cerré la puerta tras de mí, y comencé otra vez a correr.
Después de los insultos y los golpes, por fin, ya estaba fuera, camino a una nueva vida, con un boleto de avión con destino a Londres. Un pasaje sin retorno. 

julio 19, 2011

Colmillos Salvajes, Capítulo Cuatro: Herencia, Sangre y Decisiones


Capitulo Cuatro:
Herencia, Sangre y Decisiones


Después de una noche de pasión agotadora, Evan se quedó profundamente dormido sobre la arena de la playa, aferrado a las piernas de Jane como un gatito con su bola de estambre. Ella en tanto solo lo contemplaba. Por su mente vagaban todas las cosas que le había dicho Evan y se daba cuenta de que quizás nunca la habían querido tanto como ahora y por eso ella se sentía extraña ante su presencia y el constante apoyo que él le entregaba. Para ella resultaba extraño que alguien que solo se acostaba con ella se preocupara tanto de su bienestar y de cultivar cariño, cuando su propia familia jamás se había preocupado de hacer eso. – Después de todo ella lo veía solo como un compañerito de juegos -. Como poder olvidar que ese gatito, ese vampiro le tenía más consideración que su propia familia; ellos la habían repudiado, eso no quería olvidarlo; no podría olvidarlo, tampoco perdonarlos ¿Cómo no sentir rencor de esos que a pesar de criarla siempre habían hecho notar que ella era diferente?

Recordaba fielmente una escena que estaba grabada con tristeza y dolor en su corazón.
–­ Tú no eres como nosotros… eres común, no vales nada… no debiste nacer… no perteneces aquí, vete de la manada, no llevas nuestra sangre, desaparece, no eres digna de nosotros, de nuestro apellido de nuestra estirpe… lárgate…eres una vergüenza ¡nadie te necesita! ¡Nadie aquí te quiere!

Con todo el dolor que sentía dio un fuerte puñetazo en la arena; Evan se movió ligeramente a su lado y se apretó aún más a sus piernas. De pronto Jane sintió como una gotita cálida bajo rodando si mejilla, una lagrima negra como la noche… una lagrima negra cargada de dolor, resentimiento, rabia y tristeza… luego, sin aviso alguno una mano se  posó en su hombro y unos ojos dorados aparecieron junto a los suyos. Evan la contemplaba fijamente, en silencio, pero a  pesar de la quietud ella sintió la cercanía que él le ofrecía y se dio cuenta de que cualquier palabra sobraba.

Evan comenzó a besarle el rostro, como si pretendiera con sus besos curar esas heridas que Jane tenía dentro de sí… quería cubrir el dolor de aquellas lágrimas con la pasión de sus besos dulces. Ella se refugió en su pecho y, con delicado susurro, comenzó a sacar de su corazón una de las cosas que más la habían lastimado.

“- En… en mi familia nunca he sido aceptada. Desde tiempos inmemoriales los genes licántropos han pasado de generación en generación. Mi abuelo, mi padre, mi hermano, mis hermanas… pero yo no. Una vez, cuando aún estábamos en marruecos, oí a mi padre decirle a mi hermano que se avergonzaba de mí, porque no era como ellos, porque no podría participar de las cacerías, ni de los rituales, ni darle cachorros fuertes a la manada. A mis 5 años, en un combate de hembras, me presente a luchar para tener el apoyo de mi padre…pero solo conseguí esto- dijo suavemente señalando su brazo derecho. Unas marcas de garras estaban levemente marcadas en antebrazo de Jane. Solo puedo recordar la cara espantada de mi hermano sacándome del acampo de batalla; nadie más hizo nada…luego, nacieron las gemelas, traían también el gen y note como mis padres casi olvidaron que yo existía… solo Zein se preocupaba de mí, aunque creo que era más por lástima que por afecto.— respiró profundo antes de continuar — aunque nací allá casi no tengo recuerdos… pero me encantaba sentir la arena caliente bajo mis pies, el sol resplandeciente dorando mi piel, esas mujeres hermosas y misteriosas cubiertas con velos.”

Al pasar el tiempo aprendí a detestar a las gemelas tanto como ellas a mí… en realidad a todos los de la casa… Zein era el que más se preocupaba de mi bienestar, él fue quien  curo mis heridas luego de ese combate, él fue quien me enseño a luchar… pero a pesar de eso sentía que me miraba como si yo fuese un bicho raro. Jamás pertenecí a su núcleo familiar. Cuando pequeña solía llorar noches enteras y rogar a los ancestros despertar a la mañana siguiente con los genes lycans, pero eso no ocurrió nunca. Al crecer comprendí que solo me podría transformar si otro lobo me convertía voluntariamente, así que decidí esperar, esperar hasta que llegara la persona indicada… pero mientras esperaba intente ganarme a mis adres, pero no importaba que hiciera, jamás conseguí que sintieran orgullo, no logre su aprobación; después de un tiempo era solo mi rebeldía la que me impulsaba a marcar aún más las diferencias que habían entre mi familia y yo, por lo tanto la relación que llevo con ellos es muy mala, cada día en esa casa es como habitar un infierno…de verdad ya no lo aguanto… NO LO SOPORTO!!

Evan seguía sosteniendo firmemente su mano, pero se dio cuenta de que no se trataba de que el la sostuviese, sino que era ella quien se aferraba a él con todas sus fuerzas.

– Mira, las cosas del pasado no las podemos borrar – dijo el con ternura, acariciándole el dorso de la mano con el pulgar – pero las podemos olvidar.
–Es imposible olvidarlas. Seria olvidar porqué soy como soy.

Él guardó  silencio y continuó contemplándola.

– ­¿De dónde has salido Evan? ¿Cómo has llegado hasta mí ahora? – dijo ella con voz baja y un leve dejo de melancolía en su voz, bajando la mirada.
– ¿Qué importa eso, lobita? Cuentas conmigo, estoy aquí y no voy a dejarte – dijo él con convicción haciendo que ella volviese a levantar la vista y se encontrara de frente con esos dorados.
– No sé por qué, pero cuando estoy contigo siento que las cosas son distintas; siento que no necesito poner todas barreras que pongo siempre. Eres diferente – dijo apretando aún más la mano de él.
– Quizá…
– ¿A qué te refieres con quizá?
– Bueno, es que a veces pienso que soy demasiado aburrido, no me gustaría que te alejaras de mi por eso – dijo seriamente mirando al horizonte – Jane tú me gustas mucho, en serio, no es ningún juego, quiero mi oportunidad. Cuando estoy contigo me siento feliz, también quiero que tú lo seas.

El cielo pasaba lentamente de la oscuridad a la luz del alba, pero estaba cubierto de nubes.

–Vámonos de aquí. El sol va a salir pronto, no quiero que mi vampiro favorito quede hecho cenizas – sonrió Jane, recogiendo sus zapatos. Comenzaron a caminar en silencio y con las manos balanceándose a los costados, cada uno sintiendo el roce del otro, pero sin tocarse. Cuando llegaron a la carretera ella volvió a sonreír – Nos vemos Gatito, llámame pronto ¿Vale?

– Vale – contesto Evan. Luego de eso cada uno se fue por un lado de la carretera. Mientras caminaba, Jane pensaba en todo lo que le había pasado, la declaración de Evan, su atención, los líos con su familia, los recuerdos de Jack… la confusión era tan grande.

“me siento confusa, Evan es algo inesperado en mi vida, y quiero que se quede, cuando estoy con el puedo ser yo misma, no necesito defenderme o atacarlo porque él quiere protegerme… ¿Debería dejar que lo haga? Quizá… en el sí pueda confiar.”

Pero era su pasado, ese que siempre se hacía presente nada más cerrar los ojos, nada más recordar que Jack le debía muchas cosas, y ella se vengaría, se las cobraría todas, aunque fuese con sangre. Él era la razón que Jane tenia para desconfiar hasta de su sombra, esa razón por la que no permitía que nadie se le acercara; prefería la soledad a la traición. Estaba claro que no conseguiría nada vengándose de Jack, pero era por su orgullo, por su honor… los demás no eran culpables de que él la lastimara, pero aun así ella se defendía de todos con indiferencia y silencio, hasta que apareció Evan, que en tres días había rotado todo su mundo al derecho.
Pensando en eso recorrió casi todo Princetown, hasta el anochecer, descansando de tanto en tanto en alguna banca de parque o sentándose en la cuneta de la calle con la mirada perdida entre los transeúntes, buscando algo que ni ella sabía que era. Alrededor de las nueve de la noche reviso su móvil y tenía más de diez llamadas de su madre, de inmediato hizo lo que cualquiera en su lugar: nada.

Sabía que ya era hora de largarse de aquella casa agobiante y alejarse por fin de una familia por la que sentía más odio que afecto. Entonces lo supo: todas las respuestas que necesitaba las había tenido allí al alcance de su mano todo el tiempo, solo no se había atrevido a alargar la mano en la dirección apropiada. Era lo que ella quería, lo que le hacía falta para mantenerse estable, ¿Era tan cruel como para utilizarlo a su favor hasta aburrirse? Sí, lo era. ¿Era suficientemente valiente como para enfrentar su pasado y dejarlo atrás? Aun no lo sabía, pero tendría que intentarlo.

- Jack, mi familia. Ellos son mi  pasado pero mis sueños, mis proyectos y Evan son mi presente – se dijo con convicción.

El móvil volvió a sonar, esta vez, era él. Otra vez, seria condenada por un impulso incontrolable.

- Hola Gatito, que suerte que me llamas, quiero verte, Ahora.

mayo 02, 2011

Colmillos Salvajes, Capítulo Tres: La Marca de Caín

Capítulo Tres
La Marca de Caín
    

 – Ok. Esto es demasiado para una noche. – Dijo Jane, tomo la botella, la destapó y bebió un sorbo largo. – Tal vez para mañana ya haya digerido la noticia.

Dicho esto, se quitó la ropa y la oculto en una de las gavetas de aquel cine abandonado (el vestido y los zapatos eran muy bonitos como para rasgarlos con la transformación). Evan la miraba sin decir una palabra, como absorto en sus pensamientos.

– Llámame cuando tengas una historia completa que contarme, amo las historias – Dijo guiñándole un ojo. Él seguía guardando silencio, contemplándola fijamente, sin comprender su actitud.

Ella se estremeció, sus ojos cambiaron de color y, viendo a Evan a los ojos, se transformó en una loba. Se acercó a él lentamente y le pasó la lengua por la mano juguetonamente, y luego se fue corriendo en dirección a su casa.

Aquella noche, Jane no pudo conciliar el sueño. Le parecía  mentira que después de la aventura inolvidable de la noche anterior, Evan  resultara ser un vampiro. La persona que la convirtió a ella, jamás le dijo nada sobre los vampiros, pero ella sabía, por las leyendas y mitos populares, que los vampiros y los licántropos son enemigos naturales, ¿Cómo podía ser que hubiesen terminado en ese desaforado sexo casual? Además en la manada que conformaba su clan familiar siempre habían dicho cosas en contra de los vampiros, pero por la condición de jane en ese clan, jamás le había prestado mayor atención.

Dando vueltas en la cama pensando en todas esas teorías se le dio la madrugada y con ella la hora de irse a la facultad. Se levantó, bañó y vistió de manera mecánica, aún en shock por la noticia, y esperando con ansias que el vampirito se comunicara con ella.

Comúnmente ella hablaba muy poco con el resto de las personas de la facultad, pero aquel día no le dirigió ni una sola palabra a nadie, ni contestó cuando algún que otro compañero le preguntó algo. Nada en  absoluto. Su cuerpo estaba allí en el asiento, tomando notas sobre fechas, personajes y ciudades importantes, pero su mente divagaba entre las penumbras de aquel cine abandonado donde el gatito juguetón le había confesado que era un vampiro.

El mensaje de Evan no llegó sino hasta las cinco de la tarde cuando, jane salía de una larga clase de Historia de la Cultura.

Hoy a las once en el muelle. Te contare una historia.

Jane no tardo nada en enviar su respuesta.

No lo dudes Gatito, ahí estaré.

La curiosidad casi inverosímil y las ansias la consumían de tal manera que no pudo darse cuenta de cuán raudos se fueron los segundos, minutos y horas. Cuando dieron las 10: 30 p.m. ella no había hecho más que darle mil vueltas en su cabeza a las actitudes de Evan. En primer lugar, ¿Por qué le gustaba tanto?... espera. ¿Gustar? Y ¿porque le había ocultado que era un vampiro…? ¿Porque no se lo había dicho la primera noche?

Si bien ella sabía que Evan era un vampiro no sabía nada más. Se encontraba impaciente. Esa impaciencia que la caracterizaba y que ahora no era una excepción. Pero… que tenía “ese” que le atraía tanto…

A las 11 Jane ya estaba en el muelle aguardando por él, aunque por alguna razón, Evan no aparecía.
Se impaciento aún más.
……………………………………..
……………………………………..
Diez segundos más tarde le llamó al móvil.

-- ¿Hola? ¿Dónde estás?
--Llegando
--¿Dónde? No te veo-- dijo ella mirando en todas direcciones.
--Es que no estas mirando en la dirección correcta-- dijo una voz cercana fuera del auricular… justo detrás de ella. Volteó y allí estaba el gatito, con una playera celeste y unos jeans gastados.

-- Bueno, suéltalo ya gato.-- dijo ella sin aguantar más.

-- Bien -- susurró él algo nervioso-- pero en primer lugar debo decirte que esto o es fácil, no sé ni por donde…
-- por el principio es una buena opción-- lo interrumpió ella.

--“Me convirtieron hace como dos años. Una mujer sedienta me abrazó cuando yo tenía solo 15 años. Me dijo que me había observado bien por mucho tiempo, que me tenía un regalo que no podría rechazar…-comenzó con voz temblorosa- me sedujo… me inmovilizó… yo solo era un niño... sentí un intenso dolor en el cuello y por más que grité nadie me auxilió. Luego sentí el sabor caliente de la sangre en mi boca, repugnante y necesario al mismo tiempo… el dolor era tan grande que  no me dejaba pensar. Después, continuó seduciéndome… y luego de un sexo salvaje y aterrador, me desmayé.”

-“Cuando desperté estaba en una cabaña abandonada llena de sombras, en medio de un bosque desconocido. Junto a mí solo encontré una nota.

Ahora eres parte de los inmortales. Eres un vampiro, uno que tiene la capacidad de adoptar una apariencia de cualquier animal que elijas, perteneces al clan gangrel. Eres una bestia solitaria, pequeño, es lo mejor. Solo puedo decirte que somos los herederos de Caín y Lilith  nuestra especie. Algún día volveremos a vernos.”

Jane contenía la respiración. Su corazón latía rápido y fuerte.
-espera un minuto...--le dijo ella-- si te convirtieron hace dos años, y tenías quince… eso quiere decir que ahora solo tienes…

 -- Dieciséis, cumplo los diecisiete en agosto.

El corazón de Jane dio un vuelco violento. Y ella que pensaba que el gatito tenia veinte tanto y ¿ahora resulta que solo es un niñito que apenas y acabó la pubertad? Y lo que más la asustaba ¿Eso era malo?... Claro que no. Era lo que hacía del jueguito algo mucho más interesante, excitante y apetecible.
-- Vamos, lobezna, dime algo, que me tienes nervioso de tanto silencio.

-- No hay nada que decir, salvo una pregunta ¿Cuál es tu animal?-- pregunto ella con intriga.

-- El jaguar. - contesto el con una sonrisita entre tímida y seductora.

-- Entonces ven aquí, Jaguar salvaje y exótico.-- y dicho esto lo tomo del cuello de la playera y lo beso con violencia, pegándose a su pecho.

-- oye estamos en un muelle…-- dijo el con algo de duda.
-- sí, lo sé, eso lo hace más divertido.- dijo ella seductoramente con los ojos verdes oscureciéndose drásticamente.-- vamos gatito,  no tengas miedo… que esta noche, sí que vamos a jugar.



Continuará…








febrero 24, 2011

Pintar caminos para luego andar por ellos....


 Pintar.... pintar... pintar... Amo pintar.

Cuando pinto con óleo, lo primero que hago es sellar la tela con un color claro, blanco, lo prefiero.
Cada vez que comienzo un cuadro la parte que mas me gusta es sellarlo,siento que con esa mano de pintura blanca estoy borrando todo lo que había en esa superficie antes, y que luego podre dibujar en él un nuevo presente.

Quisiera que la vida fuese como un lienzo, en el que no importa si no me gusta como quedo lo que pinté, porque siempre puedo dejarlo secar y ponerle encima una capa de pintura blanca, para borrar lo que estaba y volver a empezar.

Recuerdo una vez, hace tiempo, una persona me dio una felicidad tan efímera como estrella fugaz, y que, después de un distanciamiento, me buscó solo para lastimarme. La verdad, el día que lo vi, no sabia que esperar, ni que iba a encontrar, pero quede deslumbrada ante la belleza y sencillez de lo que vi. Tal vez, ese fue el problema, por que nada de lo que vi fue verdad, solo era un espejismo hecho de mentiras.

He estado caminando por una cuerda floja a miles de kilómetros de altura y con los ojos vendados, confiando solamente en mis capacidades y en la mano que se aferraba a la mía y me impedía caer, me protegía y cuidaba. Comencé a camina por esta cuerda floja de los cambios gracias a sus mentiras, pero ahora eso ya no importa, porque mentiras o verdades, me ayudaron a conocer lo que hoy mas amo de mi misma. Partí con la pierna derecha sin saber que encontraría, y daba igual, porque sabia que si perdía el equilibrio, había una mano que me sujetaría parta no caer... Pero de un momento a otro, esa mano desapareció, y me encontré sola en medio del camino, con los brazos elevados para no caer, y corriendo el mismo riesgo si regresaba o seguía adelante.

Preferí seguir adelante. Se que aún no llego al final,y no tengo idea de lo que voy a encontrar en este camino, solo se que puedo.
Hoy, después de tanto tiempo, no puedo creer que, por fin, desapareciera esa sombra. Sigo caminado, cada paso que doy es un nuevo reto por descubrir, otro desafío y un espacio mayor que me aleje de lo que me lastimó. Luego de eso, no creí que volvería a confiar en alguien, pero herré. Aunque haya que aprender de los errores, no todas las personas son iguales, eso siempre lo he sabido, cada final sirve para crear un nuevo comienzo.

Una mano esta entrelazada a la mía, y evita que caiga si pierdo el equilibrio, pero no tengo los ojos vendados. Arséne, tu también caminas por una cuerda como esta, pero no te pongas una venda en los ojos, para siempre puedas ver mis ojos frente a los tuyos y saber que estoy ahí, frente a ti, tomada de tu mano, contando contigo, y siempre ahí, para que te apoyes en mi y sepas que no importa si pierdes el equilibrio, porque no te dejaré caer. ¿Sabes por qué? Porque tú, ARSÈNE LE BLANC, eres mi nuevo comienzo, y quiero que estemos el uno con el otro hasta que la vida lo quiera, espero que sea mucho tiempo... quiero conocer el infinito a tu lado, no importa el tiempo ni la distancia.


Al final, no importa si borro o no, las cosas de mi pasado, porque de una forma  u otra son parte de mi, son mi historia, y forman lo que soy, y agradezco que sea así, ya que cada decisión que tome, fuera buena o mala, me llevó hacia ti, Arsène. Gracias por estar aqui, por ser tu, y por ser para mi.

febrero 14, 2011

Una Despedida, Para AJOF, Con más odio que amor.

Ya no puedo ocultarlo mas tiempo, no puedo contener las lagrimas, pensé que el tiempo curaría mis heridas, pero no. No fue el tiempo. Fue un Ángel.

No importa cuanto daño me hiciste, ni cuantas mentiras salieron de tu boca y engañaron mis oídos, porque de todo eso pude sacar la inspiración que quería, es lo único que puedo agradecerte.  por que todo lo demás que he sabido de ti en este último tiempo sólo me da asco.

Me siento muy bien de poder decir que YA NO QUIERO NADA DE TI.