¡¿Celos?!
El invierno había llegado hacía ya
varias semanas y cada día se acercaban más y más las festividades navideñas,
aquella mañana una fina capa de nieve caía sobre la cuidad de Londres. Era muy
temprano, pero un sin número de personas recorrían impacientes las calles para
dirigirse a sus trabajos, escuelas o facultades; personas que entraban y salían
de las estaciones de subterráneo, personas que abarrotaban las paradas de
autobús, muy abrigados para capear el frío de la nevada, sin embargo, una
pareja aún no se enteraba de que fuera estaba nevando; ni siquiera habían
mirado por la ventana. En el noveno piso de un edificio ubicado en el casco
antiguo de la ciudad, en la alfombra detrás del sillón, Jane contemplaba con una
sonrisa tierna como Evan dormía plácidamente acurrucado a su lado.
–
Por
fin estas aquí mi gatito… — susurró ella acariciándole el cabello y el cuello.
Poco a poco Evan fue abriendo con calma sus ojos negros.
–
Extrañaba…
que tu rostro fuese lo primero que veía al despertar…— dijo él, soñoliento y
desperezándose.
–
Igual
yo, pequeño…
Ella se acomodó sobre su pecho y cerró
los ojos disfrutando de la sensación que le producía el contacto con esa piel
fría No se oían latidos en el corazón de Evan, pero en él eso era normal y era
eso precisamente lo que tanto la tranquilizaba. El vampiro la rodeo con el
brazo y se quedaron allí tendidos en silencio. Cuando un tenue rayo de luz
entró por la ventana y marcó con su sombra el límite del sillón en el suelo,
Jane se puso de pie de un salto, se puso la camisa que estaba tirada en el
suelo y corrió a su habitación. El vampiro no decía nada, pero la observaba
extrañado. Jane volvió de su cuarto con unas mantas grandes que arrojó y
acomodo en la ventana para que no entrara la luz. Evan la miraba sin dejar de
sonreír.
—
Lo
siento… debería comprar cortinas… es que… este sitio tiene demasiadas ventanas,
dijo ella excusándose y sonriendo mientras se acomodaba el cabello tras la
oreja. Él, seguía riendo.
—
¿La
camisa es tuya? — le pregunto observándola lujuriosamente de arriba abajo tras un momento de silencio.
— Te queda muy bien
—
¿Ohh
sí? Bueno, muchas gracias, pero no, esta no es mía… es… de Luka… — explico ella
con tono relajado, recordando de pronto de donde la había sacado — como a veces
duerme aquí debe habérsela dejado olvidada. Fue lo primero que he cogido cuando
me di cuenta que había alguien en el edificio, sentí tu olor… pero no podía
creerlo, me has dado un buen susto……… ¿Pasa algo?
La expresión que tenía el rostro de Evan
había pasado de una mirada lujuriosa a una mueca de desconcierto, para acabar
con el ceño fruncido y los ojos ya
dorados a punto de echar chispas.
—
¿Y
quién demonios es ese tal “Lucas”?
— gruñó él con la voz muy grave. Se le
notaba muy enojado, lo peor era que Jane no tenía idea de por qué.
—
No
es Lucas. Es Luka — contestó ella con frialdad, comenzando a
perder los pocos estivos que tenía — y lo que yo quiero saber ahora, es que te
ha pasado a ti que tienes ese genio. Yo no tengo por qué tolerar tus
berrinches. No hace ni un minuto que te estabas riendo
—
Pero
si eres tú la que me suelta de sopetón que un tipo cualquiera viene a tu casa,
se queda a dormir, deja ropa olvidada y que, para coronar, ¡TU LA LLEVAS
PUESTA!
Ella solo le dirigió una mirada
furiosa, mientras pegaba sobre la mesa con el puño produciendo una abolladura.
De la rabia que tenía el cabello se le estaba alborotando y los ojos verdes
ahora eran negros, mientras que su mandíbula se alargaba un poco y los largos y
afilados colmillos comenzaban a relucir.
—
Para
ya. Luka es solo un amigo. Y espero que sea la última vez que me haces una
escenita. Estoy contigo idiota, te he dicho que te quiero, que quiero estar
contigo, no voy a llevarme a otro a la cama mientras tanto. – le dijo ella con
seriedad, viéndolo profundamente a los ojos, mientras que soltaba un gruñido.
A Evan en tanto se le moteaba la piel…
pero hacia muecas con el rostro intentando que la transformación se frenara,
pero los incisivos del felino ya se asomaban también.
—
El
problema no es lo que tú vayas a hacer, es que no me gusta que ese tipo se tome
esas libertades conti…— y fue interrumpido por un ladrido estridente que soltó
la loba
—
¡NI
SIQUIERA SABES QUIÉN ES! NO QUIERO VOLVER A ESCUCHARTE DECIR NADA MÁS. NO
QUIERO TUS CELOS, SI NO TE AGRADA, TE PUEDES VOLVER POR DONDE VINISTE — le
gritó ella, perdiendo la calma.
—
¡NI
EN BROMA! ¿PARA QUE EL TAL LUKA VENGA A CONSOLARTE LUEGO?— replicó él
acercándose a ella amenazadoramente, pero ella lo frenó en seco y le dio un
golpe en la cara.
—
TE
AMO, EVAN, PERO NO TOLERARÉ TUS NIÑERÍAS… — le dijo ella intentando recuperar
su seriedad.
Se giró sobre sí misma para dirigirse a
su habitación, pero antes de que lo hiciera, él la sujetó con fuerza por el
antebrazo, con más fuerza de lo normal. Ella intentó zafarse y comenzaron un
forcejeo, porque él no quería soltarla. Estaba tan ofuscado que no atendía
razones y Jane que no tenía paciencia, ya gritaba.
—
¡SUÉLTAME!–
gritó, cuando por fin logró zafarse de la garra del vampiro. Ambos ya estaban
en la etapa intermedia de sus transformaciones y sus cuerpos habían adquirido
nuevas características, lo que daba a la escena un aura bastante tenebrosa. La
loba estaba tan furiosa que no se le ocurrió siquiera pensar en que aquel escándalo
lo oirían sus vecinos. No soportaba esa situación porque no le gustaba que
intentaran controlarla, que la encerraran… la desesperaba y no entendía que
precisamente Evan hiciera lo que estaba haciendo. – NO TIENES NINGÚN DERECHO DE
VENIR AQUÍ A CUESTIONAR MIS AMISTADES Y MUCHO MENOS CÓMO ME RELACIONO CON
ELLAS. YA TE DIJE LA VERDAD SI NO LA CREES ES TU PROBLEMA, NO EL MÍO– hizo una
pausa para tomar aire y luego, acercándose a la puerta, continuó– Y, SI NO TE
GUSTA, TE PUEDES LARGAR‼
– gritó finalmente abriendo la puerta de par en par de un solo jalón.
—
¡VINE
AQUÍ PARA ESTAR CONTIGO! – replicó el vampiro frenando la puerta con la mano y
volviendo a cerrarla. Luego la sujetó por los hombros y la empujó hacia la
pared, forzándola a mirarle a los ojos. Pareció calmarse un poco y bajó la
mirada–…No voy a irme a ningún lado, Lobezna. Lo siento… – soltó Evan en tono
de disculpa, mirando hacia otro lado, notablemente ofuscado pero con la
intención de calmarse. – Lo siento, pero no voy a dejarte otra vez.
Le soltó los hombros y caminó hacia el
sofá, dejando a Jane de pie junto a la puerta, perpleja, atónita, furiosa y
sorprendida. Los celos de Evan escapaban a su comprensión, porque Luka si bien
era muy tierno con ella, preocupado de su bienestar… Luka era su primer y único
amigo, el mejor, el único con quien podía compartir su secreto sin que eso
implicara tenerlo metido en su cama; bueno, tal vez literalmente si se había
quedado a dormir, pero jamás habían hecho el amor, ni lo harían, porque él era
su amigo y solo eso.
Se acercó a Evan lentamente y se sentó
en el sofá junto a él, acariciándole el muslo, en señal de comprensión.
—
Sabes
que te amo, gatito. Te amo mucho, por eso ahora estoy contigo, pero sabes que
tengo una vida, una carrera y que para eso debo relacionarme con más gente.
Luka es uno de mis profesores de la facultad… además… no sé, dice que debe
protegerme…– soltó de pronto y comenzó a relatarle la historia que Luka le
había contado sobre la guerra y su propia seguridad – No sé porque pero confío
en él. Ahora la pregunta es… ¿Confías tu en mi?
Evan la miro nuevamente con sus grandes
ojos negros e intensos, aquellos ojos que a veces le daba hasta miedo
contemplar, porque le daba la sensación de que se perdería en ellos como quien
entra en un laberinto, en un bosque desconocido y es incapaz de salir sin
ayuda.
—
Claro,
Jane…– a ella le pareció extraño pues él en rara ocasión la llamaba por su
nombre y, como es obvio, eso la descolocaba mucho. – Perdóname, a veces me
vuelvo…
—
Shhh
– le dijo – No digas nada, no importa ya. Sé que confías en mí, es lo que me
importa, solo quiero pedirte que esta escenita de celos no se repita nunca más.
Luego se echó sobre él y le beso con
salvajismo, como queriendo que con ese beso se borraran todos los fantasmas,
todas las dudas, las inseguridades y todo aquello que le hacía pensar a Evan
que ella no le quería, porque sí que le quería. Lo amaba, con todo el corazón.
Lo amaba tanto que hasta le dolía pensar en el supuesto caso en que no
estuvieran juntos.
Volvieron a hacer el amor, allí en el
sofá y luego se quedaron el uno junto al otro retozando… Llevaban un rato
abrazados en el sillón, en silencio, mirando a la nada, cuando de pronto sonó
el teléfono. Jane se sobresaltó, pero luego se fue rápidamente a contestar; al
otro lado del auricular contestó su profesor.
–
¿Jane?
Buenos días, espero que hayas dormido bien, sacadme de una duda, ¿has
desayunado ya? Es que justo ahora estoy pasando fuera de una cafetería monísima
y tienen unos pastelitos que se ven deliciosos ¿te apetece que te lleve? – Luka
hablaba con su típico acento andaluz tan educado, se oían ruidos de personas y
coches en las calles.
–
Muchas
gracias, Luka, es una muy buena idea. De hecho me encantaría que vinieses –
dijo sonriendo, para luego dirigir a Evan una mirada significativa – Hay
alguien a quien quiero presentarte.
–
Pues
perfecto, haré las compras y me paso por tu piso. Un beso, bonita, ahh y deja
ya de hacer travesuras – dijo con
ternura y colgó. Evan se quedo viendo a la licántropa ceñudo, pero confiando en
las actitudes que estaba tomando ella para darle el lugar que ahora tenía en su
vida.
–
Ven
- le dijo ella, mientras le tendía su mano. – Tomemos una ducha juntos. Luego verás
cómo te cae bien.
–
Si
tú lo dices... – contesto él sonriéndole y besándola en la frente.
Luego se dirigieron al cuarto de baño,
donde permanecieron un buen rato bajo el chorro de agua caliente. Jane estaba
terminando de cepillarse el cabello mojado cuando alguien llamó a la
puerta y ella pidió a Evan, que ya
estaba vestido, que se hiciese cargo.
Cuando el vampiro de ojos negros abrió la puerta se topo con un joven que tenía
unos veintiocho años según su impresión, extremadamente alto y que dejaba
crecer su barba sin preocupación alguna. Se quedó un momento observándolo,
luego le dijo que pasara y luego cerró la puerta.
— Tú debes ser Luka – dijo con una
sonrisa tendiendo una mano al recién llegado – Soy Evan, mucho gusto.
— Pues, el gusto es mío, Evan – contestó
educadamente el andaluz devolviéndole la sonrisa.
En ese momento, la loba salió al
pasillo y saludo a Luka con afecto ante la mirada impasible de Evan.
— Luka es un maestro de la facultad,
además de un gran amigo – explicó la joven
— Si bueno, no hemos conocido bastante y pues
eso, hemos simpatizado – completó el recién llegado.
— Evan es mi... mi... bueno estamos
juntos ahora – declaró Jane mirando a Luka, parándose junto a Evan y tomándolo
del brazo con cierto nerviosismo impropio de ella.
— ¿A qué os referís con juntos? –
Preguntó el español con su acento tan especial.
— Pues… es que – comenzó Jane, pero Evan la interrumpió.
— Pues quiere decir que somos pareja. Es
mi chica, bueno, mi loba. – añadió con una sonrisa, mirando a Jane a los ojos.
— ¿Te quedaras a vivir aquí en Londres? –
Preguntó Luka, pasándose una mano por la barba.
— Si, vine por ella, si mi Lobezna se
queda aquí, me quedo con ella.
— Necesitas un buen curro entonces, ¿a
qué te dedicas?
— Pues, la cacería se me da bien –
contestó el joven con despreocupación
— ¿No tienes una profesión? – inquirió
Luka, con un tono de reproche.
— No puedo salir de día – se excusó el
vampiro
— Evan es un vampiro, Luka – intentó
suavizar la licántropa.
— ¿Es el chico con el que salías en tu
otra ciudad?.. – resopló pelirrojo con pesar, meneando la cabeza en gento de
desaprobación
— Sí, soy el chico de la otra ciudad y de
esta. Contestó Evan con seriedad, imponiéndose. Luka lo observó detenidamente y
guardo silencio un momento. Jane se encogió de hombros y fue a la cocina a
buscar el agua caliente para el desayuno. Luka aprovechó la ausencia de la
chica para seguir interrogando a la “pareja” de su protegida. — Pero bueno, tío,
tienes que trabajar de algo, no pretenderás que la cachorra te traiga la comida...
— Claro que no, siempre he… trabajado.
Bueno, a mi modo – reconoció el joven, pasándose una mano por el cabello negro
que aun estaba mojado y caía liso sobre su frente.
— ¿Qué es lo que haces exactamente?
— …
Resulto ser que Evan aparte de un voraz
asesino a sangre fría, muy cauteloso y meticuloso, robaba a sus victimas todo
lo que poseían antes de abandonarlas por ahí o de “desaparecer” sus cadáveres,
hacía las veces de bar tender y también hacía Striptease en otros clubes
nocturnos. Eran esos trabajos o trabajar como guardia de seguridad, que pagaban
menos y se arriesgaba mas, porque finalmente algún pobre diablo que lo sacase
de sus casillas y terminaría como la cena del vampiro… no eran demasiados los
trabajos nocturnos que podía obtener, además, no le gustaba trabajar ni tenía
una profesión, dado su historial, y por ser un vampiro le era bastante
complicado seguir sus estudios.
— O sea que si esperabas que Jane te
diera la pasta para sobrevivir – concluyó satisfecho el andaluz.
— “¿Pasta?”
¿A qué te refieres con pasta?
— Dinero, tío, dinero
— No, yo me alimento de sangre. Eso es lo
que me ayuda a sobrevivir – dijo Evan, con tono serio. – Quizás ella se merezca
algo mejor que eso, pero yo la quiero y haré lo que sea para hacerla feliz. De
cualquier forma ella me conoció así, si ella me quiere, no veo el problema.
A la licántropa le sorprendió verlo en
aquella actitud tan seria, porque dado el nivel de infantilidad con tomaba
todas las cosas, ella esperaba que hiciese una rabieta porque se sentía
ofendido ante lo que Luka estaba diciendo.
—
Luka,
esto no es necesario – dijo con calma – además, nosotros estábamos acostumbrados
a ese estilo y por otro lado sabes que no necesito dinero. Estamos bien.
El joven de cabellos rojizos la miró
con indecisión, preguntándose si era seguro dejar a su protegida con un vampiro
que, en su opinión, era un bueno para nada y que además podía estar en medio de
un complot con el enemigo para causar algún problema. Luego de un momento de
silencio, esbozo una ligera sonrisa e inclino la cabeza.
—
Son
tus decisiones Jane, no puedo cambiar eso. – Dijo sin más, luego como si nada
se acercó a la mesa y dejó una gran bolsa llena de una enorme variedad de
pasteles y ponqués de un aspecto exquisito.
Durante el desayuno todo fue bastante
relajado, al contrario de cómo Jane lo había pensado, Luka y Evan se llevaron
relativamente bien. Jane sospechaba que a su maestro no le gustaría el muchacho
por sus altos niveles de inmadurez y su exagerado comportamiento infantil. Y no
se equivocaba en eso, pero por otro lado, el vampiro se desenvolvía bien en las
conversaciones y podía dar opiniones interesante sobre algunos temas relevantes
acerca del que consideraba su mundo, sin mencionar que podía observar el brillo
en los ojos de la muchacha, a quien jamás había visto tan feliz. Sin duda él
había llegado a querer mucho a su alumna y protegida, por tanto, deseaba que
ella estuviese lo más feliz que fuera posible, si eso era cerca de aquel
vampiro bueno para nada e infantil, no era tan importante. Trataría de ser
amable con él, no podía ser tan difícil.
Entre risas y largas conversaciones la
mañana se pasó volando, y pronto llegó el momento en que Luka se levantó de la
mesa, se despidió de la joven pareja y los dejó solos. Mientras Recogían y
lavaban los platos, Jane hizo la pregunta que le quemaba la garganta.
—
¿Y…? ¿Qué opinas de él, Evan? – pregunto ella
intentando parecer relajada.
—
Pues, que quieres que te diga lobezna, me
parece un españolito estirado con demasiadas ínfulas, pero si a ti te cae bien,
está bien para mí.
—
¿Sabes?
Luka es, lo más parecido que he tenido a un amigo. Jamás me había podido, no
sé, expresar con alguien así, porque no hay nada más entre nosotros, no me
mires con esa cara – dijo al ver como Evan arqueaba una ceja – es en serio, me
cae muy bien.
—
Pues
entonces, si es importante para ti, hare un esfuerzo por tolerar su acento “ezpezial” – Dijo riendo. Abrazó a la
muchacha por la espalda y le dio un beso en la mejilla.
Cuando
cayó la noche, Jane y Evan se fueron a trabajar. Jane quería pintar el
apartamento y comprar cortinas, además de muebles, y como no tenía intención de
comprarlos con su propio dinero, ella y el vampiro hicieron de las suyas por
distintos sectores de Londres. Para el final de la noche, habían conseguido una
muy buena cantidad de libras y algunas joyas bastante caras, sin mencionar que
ambos habían saciado su sed de sangre por bastante tiempo.
Uno, debo retarte, pues al leer tu historia, lo único que quería era comer pastelitos tomando café, y rayos no lo conseguí, solo el café. La relación con Evan por lo visto va de viento en popa, y la compañía de este tercero, Luka, pues le da un toque más genial. A lo que me refiero es que me remontó a la epoca en que uno veía series en TV, y estaba ese amigo que ayudaba a que no todo fuera romanticismo, sino más bien una historia de relaciones. Los amigos son importantes. Que pena que no se lleven tan bien como quisieran, pero ponen de su parte y eso es lo que se tiene que agradecer.
ResponderEliminarAun eso si, no me voy de la linea central de la historia. Si lo sé, el amor es la parte fundamental, pero estoy seguro que vendran guerras. De eso no me saca nadie. Y ahí se demostrará si este amor es tan duro como el roble o blando como malvavisco a las brazas.
Se despide, El Chico de la Risa Estruendosa.