agosto 02, 2013

Colmillos Salvajes, Capitulo Doce: Jack

Capítulo Doce

Jack



En el salón más amplio de una galería de prestigio, pagada por la facultad de bellas Artes de la Universidad de Londres, se vivía gran expectación. Solo faltaban unas horas para que se abriera la exposición al público y los estudiantes estaban organizando los últimos detalles. De entre todos ellos, allí estaba de pie yo, con un vestido azul, finos zapatos negros de tacón y mi voluminoso cabello castaño oscuro peinado en una media moña, de la cual caían suaves bucles cobre mis hombros y espalda. Estaba muy nerviosa. Muy ansiosa. Me había esforzado tanto para que resultara bien y allí estaba, con mis mejores cuadros y mis mejores fotografías colgadas en las paredes de una hermosa galería, junto con otras obras destacadas de más de mis compañeros.  Solo me entristecía un poco que Luka, mi profesor (y guardián encubierto) hubiera viajado de forma urgente a Andalucía, España por motivos familiares y se perdería la exposición. Por otro lado, Evan, mi supongo “novio” vampiro, había salido de caza y no regresaría hasta la noche siguiente… y eso solo por un estúpido error de cálculo, pero no importaba; de cualquier forma estaba disfrutando de mis logros y triunfos, cosa que era mejor si lo hacía sola. Abrimos las puertas al público, dimos un pequeño discurso y en medio de aplausos y brindis con champaña la galería se llenó de personas. Yo me paseaba entre todos, de un lado a otro, conversando con algunos que querían comprar los cuadros, con profesores y recibiendo ofertas de trabajo como fotógrafa de planta en diferentes compañías y agencias… en medio de esa nube de realismo y normalidad me sentí libre de elegir mi propio destino, sabiendo que sin importar lo que yo decidiera Evan y Luka estarían conmigo.

Entre ese vahído de pensamientos y sueños sentí de pronto una punzada en la nuca, como si alguien me estuviese observando. Incomoda seguí caminando por la galería en busca de aquello que me estaba sobresaltando, pero no aparecía nada ante mí que no fueran los espectadores de los cuadros y fotografías que descansaban en las paredes.

Había algo extraño en el aire… recorrí los rostros frente a mi… y de pronto pude sentirlo. Ese aroma especial en el aire, uno muy familiar… El aroma de un cuerpo descabelladamente familiar, pero, es imposible – pensé – no puede ser él… no puede estar aquí… Y mientras tanto, mi respiración se aceleraba y mi corazón latía tan rápido, tan fuerte, lo sentía… ese aroma, ese cuerpo… era él sin duda… y podía sentirle… estaba allí… era imposible… le sentía tan, tan, tan… Cerca.

      Jack– dije soltándolo como un suspiro y quedándome de pronto sin aliento, sintiendo como de pronto las piernas me fallaban al tener frente a mí a aquel hombre de mirada ámbar y cabello revuelto. Un brillo amarillento apareció en sus ojos y soltó una media sonrisa. De su chaqueta negra sacó un cigarrillo, lo encendió y, aun sonriendo, aunó el humo y modulo un nombre.



      Haydee… ha pasado mucho tiempo – dijo exhalando el humo dulzón de sus Gold Rush.
      ¿Qué demonios estás haciendo tú aquí? – pregunté con seriedad, recuperando la compostura, pero aun en shock por ver otra vez sus ojos. Me puse rígida, frenado el impulso de acercarme a él y arrancarle los ojos… controlándome para no destrozarlo completamente.
      He venido a llevarte conmigo
      Que te hace pensar que quiero ir contigo
      No te lo estoy preguntando. Sabes que lo harás igualmente.
      Entre tú y yo no hay nada Jack. Nada me obliga a ir contigo a ningún sitio, no hay personas, ni deberes, ni emociones…
      ¿Estás segura de eso, Haydee? – interrumpió él, acercándose a mi lentamente y extendiendo los dedos de la mano derecha para tocar mi rostro, pero yo le aparte bruscamente.
      Mi nombre es Jane, Jack. Que no se te olvide – dije con desdén.
      Sí, lo recuerdo.  También recuerdo que ese nombre te lo di yo– respondió soltando otra de sus medias sonrisas burlonas.
      Me lo sugeriste. Yo ya no soy la misma que tú conociste Jack. Ya no soy esa pobre niña ingenua, abandonada y sola, la mujer a la que llamas Haydee no existe más.
      Eso debo comprobarlo, Haydee…perdón – se interrumpió – Jane –  dijo burlándose, luego se acercó más y situando su rostro junto al mío – Quizá quieras invitarme a tu casa y así continuar la conversación, aprovechando que tu mascota chupa sangre no está – me susurró al oído y, por un momento, sentí que el corazón se me detenía.

Él se alejó de mí, hizo una inclinación de cabeza yo parpadee, incrédula, asustada… Y  cuando abrí los ojos él se había esfumando.

Salí corriendo hacia la puerta.
 – ¡JACK, JACK! NO TE ESCONDAS COBARDE – gritaba yo fuera de la galería mirando en todas direcciones – ¡VUELVE AQUÍ, MALDITO!

Seguí gritándole al viento hasta que una de las compañeras de la facultad salió y me hizo callar, diciendo que estaba espantando a las personas que estaban dentro.

      Lo siento, no me siento muy bien… yo… debo irme… irme… discúlpame con todos por favor… – Dije nerviosamente y salí corriendo, con tantas imágenes en mi cabeza como si fuera el video de una pesadilla… >
«No es posible que esté aquí… ¿a que volvió? ¿Cómo sabe de Evan? ¿Por qué precisamente ahora que me encuentro feliz? Por qué ahora que estaba comenzando mi vida con Evan… Por qué tenían que volver esos ojos ambarinos que aun ejercían una fuerte influencia en mí… así como la luna llena… pero… está Evan» pensé mientras corría por la avenida principal a toda prisa, chocando con las personas y sin detenerme a pedir disculpas. Quería esconderme en mi casa… quedarme oculta y que él olvidara todo lo que yo era, que no pensara nunca más en mi, ni en lo que fuimos, ni en lo que pasó… en nada que tuviese que ver conmigo.

Aun exaltada llegue a casa, prendí la luz y me acerque a la mesa para tomar un cigarrillo que había sobre ella; necesitaba calmar los nervios de alguna manera… busque el mechero y no lo encontré. Fui a la cocina a por cerillas, pero ¡sorpresa! Tampoco había. Solté una maldición y de pronto recordé que Luka  siempre se dejaba el mechero olvidado en mi habitación, así que fui a buscarlo.

Cuando abrí la puerta ante mis ojos vi una imagen del terror, me pareció que estaba dentro de una pesadilla.

Jack estaba echado sobre mi cama, iluminado solo por el fuego del cigarrillo negro que estaba fumando y por la llama del mechero de Luka, con el que estaba jugueteando distraído. Al verme se inclino para ponerse de pie.

      ¿Quieres fuego, Jane? – dijo con ironía acercándose a mí. Yo aun tenía el cigarrillo en los labios y le veía acercarse y poner el fuego en mi cigarro. – ¿Qué pasa Haydee?  ¿Tienes miedo? A mí no debes tenerme miedo… O, bueno, sí, deberías tenérmelo… – Dijo poniendo su mano en mi  espalda obligándome a entrar a la habitación. Yo no podía moverme, el cuerpo no me respondía. Él cerró la puerta y se quedó parado tras de mí, oliendo mi cuerpo, poniendo sus manos en mis hombros, deslizándolas cuidadosamente.

      Estas más hermosa de lo que recordaba, Haydee… supongo que la transformación a ayudado mucho en eso. Me encantaría ver en qué clase de animal te has convertido…– susurraba pasando su nariz recta y fina por mi cuello, acariciando mi cabello con los dedos… pasando su lengua por mis hombros llenándome de su aroma. – Aunque es triste que una loba poderosa como tú, este perdiendo su tiempo con una bestia chupa sangre…– dijo en tono despectivo, situándose frente a mí.

      Suéltame… Jack… Por favor… ¡no me toques!… – logre decirle entrecortadamente empujándole hacía atrás con las manos. El levanto una ceja y soltó una risa burlona.
      Vaya… eres una niña mal educada… creo que… – dijo volteando con naturalidad –…tendré que enseñarte a respetarme más.

Dicho eso, me golpeo la cara con fuerza, con tanta fuerza que me arrojó al suelo. Se puso sobre mí con las piernas abiertas y me tomo el mentón con el pulgar y el índice de la mano derecha; iba a decirme algo, pero yo le golpee el brazo derecho con mi propia mano. Entonces el volvió a golpearme el rostro, esta vez, al otro lado y con más fuerza. Se puso de pie y me tomó por la nuca y me levanto del suelo, puso mi cara tan cerca de la suya que podía notar el calor que emanaba su respiración.

      Tú me perteneces, Haydee. Grábalo en tu mente – Dijo, mientras sus ojos mostraban ese brillo amarillento amenazador de nuevo – De cualquier forma yo me ocuparé de grabarlo en tu cuerpo. – Dijo con una risa maliciosa, poniendo la otra mano sobre mi pecho y desgarrando el vestido. Intente detenerlo, intenté defenderme, pero me lanzó con violencia sobre la cama y volvió a golpearme.

      Jack… no quiero…– dije en un susurro que él paso por alto, sabía que podría detenerle, pero mi cuerpo no respondía, yo no tenía la fuerza mental necesaria para enfrentarme a él. Solo podía suplicar. – Jack… déjame, DEJAME – grite, luchando en vano por liberarme de la forma tan sencilla en que él me sujetaba.

      Si juegas con una sanguijuela como esa… te gustara jugar conmigo… he aprendido muchas cosas desde la última vez que nos vimos – dijo volteándome sobre la cama, poniéndome de espadas a él. Entre más luchaba yo por zafarme de sus brazos, mas dolor sentía cuando sus manos me golpeaban. Sentí de pronto que una de sus garras me destrozaba la espalda... pude oler  mi propia sangre, pero no podía creer que Jack fuese el que me estaba lastimando tanto en esos momentos. Él hizo a un lado el vestido hecho girones y me contemplo allí, tendida de espaldas en la cama, suplicándole que me dejara en paz, desnuda y sangrando. Estaba sobre mí, me miraba extasiado… con los ojos llenos de ira y lujuria.

      No sabes cuánto me gusta verte así Haydee… bajo mi cuerpo… a punto de ser mía otra vez…

      Yo nunca seré tuya de nuevo, Jack… ¿No lo entiendes? Fuiste tú quien desapareció de mi vida… déjame en paz… ¡maldito!– Replique con desdén

      Si has podido acostarte con un vampiro, no hay problema en que seas mi zorra esta noche Haydee, después de todo, esto te encanta ¿no? – Dijo rompiendo las bragas e introdujo sus dedos en mi entrepierna – dime Haydee  ¿te gusta que haga esto? – Dijo apretando con fuerza mis muslos, enterrando sus garras en ellos y hundiendo su mano dentro de mí  – ¡Dime cuanto te gusta, maldita perra, dilo!

Mi respuesta solo fueron gritos ahogados. Sentía dolor… pero no quería gritar. «Quieres  verme humillada quieres que implore, quieres que finja placer, quieres que te reciba con las piernas abiertas para que no me lastimes, pero no me veras fingir… no te daré ese gusto… no, no importa cuánto me duela»  Fue cuando por fin pude hacer algo más que suplicar. Me di cuenta de que necesitaba defenderme. Le golpee el pecho con la pierna e intenté correr, pero él fue más rápido que yo, me sujeto por la espalda y descargó un puñetazo directo a mis costillas, haciéndome caer al suelo. Hice lo que pude por no quejarme de mi dolor, no quería darle la satisfacción de verme sufrir. Se sentó sobre mí nuevamente y acercó su cara a la mía.

      Si te resistes será peor Haydee… – mordiendo mi oreja. Se puso de pie otra vez, me levantó por el brazo y me sentó en la cama. Sacó de pronto una pequeña navaja del bolsillo de su pantalón y la acercó a mi rostro… paseando su hoja afilada por mi cuello… la detuvo en medio de mis senos, se rio. Lo siguiente que sentí fue el filo de la cuchilla rasgando mi piel en un ardor profundo mientras le oía deleitarse con el olor de mi sangre. Ni siquiera se quitó la camisa. No pude darme cuenta de en qué momento se quitó los zapatos, ni los pantalones, menos aun la ropa interior, solo se unos mementos después le sentí dentro de mí con una impaciencia tormentosa, que me hizo gritar de dolor… «Estúpida, no grites… no grites, Jane, no grites» pero era inútil, por más que lo pensara, no podía evitar gritar.

-          Jack… no… déjame… por favor… no quiero Jack… Jack… ¡detente! – sentía el vaivén de su cuerpo mientras el filo de su navaja se deslizaba por mi vientre, yo incline la cabeza y apreté los ojos, mientras él mordía mi cuello. En ese momento ya no sabía que me dolía más; las múltiples heridas y magulladuras de mi cuerpo, el hecho de tener a Jack  sobre mí, abusándome o la humillación de saber que no podía sacarlo de allí y de verme sometida a él.

Sentía la lengua de Jack recorriendo mi cuello y mi cara, sentía sus colmillos afilados hincándose en mi carne… sentía su navaja cortando mi cuerpo… sentía el vaivén de su sexo violento y tosco… sentía sus garras apretando con malicia mis pechos… sentía mi propia debilidad para impedirle hacer todo aquello y fue eso lo que gatillo mi llanto. «No, tonta, no grite, no llores» pero era inevitable. Las lágrimas brotaban de mis ojos y no podía frenarlas porque en ese momento solo quería que se acabara todo y que él por fin se marchara… pero el fin jamás llegaba.

      Jack, basta… déjame… me estas lastimando… suéltame… por favor… te lo suplico… déjame en paz… – susurraba sollozando entre sus malditos gemidos de placer, que ahogaban mis súplicas. Aquel martirio siguió por una eternidad… pronto mis fuerza se agotaron y a pesar de todo el dolor que sentía ya no podía gritar… solo le decía en voz baja con lágrimas rodando por las mejillas que se detuviera. 

      Ni lo sueñes – decía él, moviéndose sobre mí más fuerte y más rápido  – ¿Ahora que nos lo estamos pasando tan bien? Y reía a carcajadas, clavándome su condenada navaja. Sentí como de derramaba en mi interior y por un momento se separó de mí. Esperanzada, creí que se abría terminado todo, pero volvió casi de inmediato con algo en las manos. – Mira, Haydee ¿Quieres jugar? – eran cadenas muy finas, pero que en cuanto rozaron la piel de mis muñecas sentí que me quemaban, que ardían y el dolor me nubló la vista… Me ató de las muñecas y me puso de espaldas a él, entre el dolor y la posición, no podía ver nada, solo sombras.

      ¿qué haces Jack? – pregunte aterrada al sentir que se alejaba. – ¿qué pretendes hacerme?¿Jack? ¿Jack? – se acercó silencioso, con un objeto largo entre las manos.

      Sabes qué es esto Haydee? Por deporte tengo también domar caballos… – Observé y el pavor hizo que se me aclarara la vista.  Jack sostenía en sus manos una fusta, con la que, obviamente, pretendía golpearme. – Las yeguas son más fáciles de domar, Haydee… – reflexionó y lanzo su primer golpe con toda su ira, no pude contener un grito desgarrador.

Jack volvió a ponerse rígido y me contemplo allí al borde de la cama, ensangrentada y violentada, con los ojos hinchados de tanto llorar y el rostro magullado por sus golpes.

      Es una pena que una mujer tan hermosa como deba ser tratada como una cualquiera… como una vulgar esclava. Supongo que aprenderás la lección, mi querida Haydee… conmigo no se juega. – dejó la fusta a un lado y sentó en la cama, tomándome el rostro  y jalándome del cabello con mucha fuerza para que pudiese ver sus maliciosos ojos de ámbar. - Ahora pon atención pequeña Haydee, te daré tres días. Vendrás conmigo, Haydee, me serás de mucha utilidad. Lo prometo, serás mi reina Haydee, tendremos un imperio a nuestros pies, juro que no te faltará nada pero debes venir conmigo. Bueno, la elección es bastante simple, cachorrita: Vienes por tu propia voluntad y lo tienes todo, o te llevo conmigo y serás mi golfa personal y también la de mis tropas. - Dijo eso y siguió golpeándome con la fusta. Con cada uno de los azotes sentía como se me escapaban pequeños halitos de vida y prefería que fuera así. Prefería morir antes que servirle de algo a ese bastardo. «Mátame infeliz, hazlo, prefiero eso que ser tu reina»

Durante la tortura de Jack debí desmayarme por el dolor, pero él no se detuvo. Con los primeros rayos del sol me arrojo un poco de agua a la cara para que me despertara.  Encendía otro de aquellos cigarros y me miraba con desdén.

      Vaya, estás hecha un desastre, querida Haydee… muy arruinada… ¿Dónde está la hermosa mujer que vi anoche? – dijo con ironía y lanzo una carcajada. – ¿Sabes qué es esto? – pregunto señalando la fina cadena que me había puesto en las muñecas y que ya había soltado – Las marcas que deja la plata jamás se borran de la piel de un licántropo. Te deje un pequeño recuerdo en las manos.

Con el cerebro un tanto adormilado me giré sobre un costado y me mire las muñecas. Tenía tres finas líneas aun rojas, que ardían demasiado. Levante la vista para verle a los ojos y me apoye la cama para ponerme de pie. Jack me superaba por más de un palmo de estatura, pero no por eso me privé de escupirle la cara. Botó el cigarrillo de la sorpresa, se limpio con el dorso de la mano y, con ésta aun empuñada, me golpeo en la cara.

      Tú no aprendes ¿cierto Haydee? – dijo sacando nuevamente su navaja. Entre mis gritos e insultos, y mientras intentaba detenerlo, sin éxito, me acorraló en la pared, me sujetó la cara, y con la punta de la cuchilla sentí en la mejilla derecha deletrear E R E S  M Í A.  Luego, me inmovilizó en el suelo y en mi vientre escribió con letras grandes J A C K.

Me levantó del cabello y me tiró a la cama nuevamente sin mirarme y, encendiendo otro cigarrillo, salió de la habitación sin cerrar la puerta.

1 comentario:

  1. Aquel día, tuvo aires místicos y mágicos. Espere la llegada de la gran escritora con entusiasmo. Uno, por que hace tiempo que no nos veíamos en esa instancia. Y dos, por mi curiosidad por el futuro de Jane. Mas debo indicar que mi sorpresa fue mayúscula. Hiciste que odiara a un personaje de forma tal que sinceramente solo puedo aplaudirte de pie. A los lectores de tu blog puedo decir que me envidien pues sé mucho más del porvenir de Jane, mucho más del indicado en estas paginas. Simplemente magistral. El capitulo 11 me hizo adentrarme más en el torbellino de situaciones. Pero este capitulo 12 simplemente es crudo, es alocado, es una genialidad. Es la misma sensación que tuve al ver La Chica del Dragón Tatuado. La misma que sentí al ver la muerte de uno de mis personajes favoritas en las paginas roñosas de una edición de mala calidad de la Crisis en las Tierras Infinitas. La misma sensación que sentí al releer este capitulo. Pues no puedo parar de leerlo. Felicitaciones, y espero con ansias el avance de la historia. Y aunque sé más menos que vendrá, sé que todavía no todo está escrito.

    Solo puedo decirte Gracias por presentarme tan magna historia.

    El Chico de la Risa Estruendosa.

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